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30 de noviembre de 2013

Yira, yira (1930)

Sin lugar a dudas una de las más grandes figuras del medio artístico en Argentina es el cantante, compositor y actor Carlos Gardel. La figura más prominente en la historia del Tango revolucionó la cultura de su tiempo, y a pesar de haber fallecido trágicamente en la cumbre de su carrera (víctima de un accidente aéreo), su nombre continúa siendo referente inconfundible de la cultura y música de la Argentina. Nacido en 1890, Gardel llegó a Buenos Aires siendo todavía un niño, y creció el barrio de Abasto.Como muchos cantantes de su época, Gardel comenzó su carrera cantando en bares, pero su talento como cantante y elegante porte pronto lo llevarían a los estudios a realizar grabaciones. Esto sucedió en 1917, mismo año en que el cine descubriría a Gardel, brindándole una participación importante en el melodrama "Flor de Durazno". Naturalmente, la carrera de Gardel en el cine no hizo gran progreso en la etapa muda, así que el Zorzal Criollo enfocó su camino a cantar. Sin embargo, para 1930 el sonido en el cine era ya una realidad, y el gran Carlos Gardel se encontraría nuevamente frente a las cámaras del cine.

Este reencuentro se daría a través de una serie de cortometrajes musicales realizados por el pionero del cine sonoro Eduardo Morera. "Yira, yira" sería uno de estos cortometrajes musicales, siguiendo un patrón que comenzaba Gardel haciendo una breve introducción al tema musical, para proseguir con la interpretación de la pieza por el mismo Gardel. En el caso de "Yira, yira", en la introducción participa no sólo Gardel, sino también su compositor, el legendario Enrique Santos Discépolo (entonces un joven de 29 años), a quien Gardel le pregunta el significado de la canción. Enrique explica que la canción se trata de la desesperanza y la soledad, a lo que Gardel responde sorprendido que eso es lo que el había pensado al descubrir la canción, aunque con la esperanza de que el protagonista de la canción sea un buen hombre a pesar de todo. Esto le parece divertido a Enrique Santos Discépolo, y ambas leyendas del tango ríen con camaradería. La escena corta a la interpretación de "Yira, yira" por Gardel, acompañado por un grupo musical.

Como en la todos los cortometrajes musicales de Morera, la pieza central del filme es por supuesto escuchar a Gardel cantar, sin embargo, en las introducciones a las canciones se puede apreciar la magnética personalidad del famoso cantante. En "Yira, yira", la introducción es doblemente interesante pues muestra a Enrique Santos Discépolo, compositor de este popular tango. Y a pesar de que el que los diálogos hayan sido escritos o improvisados no se puede saber a ciencia cierta, hay dos cosas que quedan claras: el respeto entre los dos artistas, y el gran talento natural que muestra Gardel frente a las cámaras. Es claro que tanto Morera como Gardel entendieron muy bien las posibilidades del cine sonoro como medio de acercarse al público, y es por esto que la imagen del cantante es cuidadosamente detallada en la introducción. Gardel se muestra como un humilde cantante, respetuoso de su compositor y dueño de una chispa e ingenuidad casi infantil. El hecho de que Santos Disépolo haga una pequeña broma a Gardel es parte de esto: Gardel es el dueño del reflector, pero no le importa compartirlo con sus amigos, con su gente.

Ahora bien, la interpretación que hace Gardel de "Yira, yira" es una de sus mejores, logrando capturar esa sensación de soledad y melancolía de la que habla Enrique Santos Discépolo en la introducción. El toque de ironía que la canción tiene no se pierde, aunque tal vez queda un poco disminuido por la fuerte, aunque melancólica esperanza que incluye la interpretación de Gardel, que le agrega un dejo de optimismo a la canción. El cantar tangos (especialmente en la época de Gardel) requiere un cierto énfasis dramático en la voz, no sólo por las típicas temáticas de amor perdido y tristeza, sino por la cadencia del ritmo. En este aspecto, Gardel hace un gran trabajo, y "Yira, yira" prueba que Morera no estaba errado cuando decidió que a pesar de la fallida experiencia de "Flor de Durazno", Carlos Gardel era un buen material para convertirse en ícono del cine. En la introducción, Carlos Gardel se pregunta con esperanza si el melancólico protagonista de "Yira, yira" es en el fondo un buen hombre. Cuando el Zorzal Criollo la canta, queda claro que en verdad lo es.

Como es de esperarse de aquellos tempranos experimento sonoro, la puesta en cámara de Morera es totalmente básica, con el fotógrafo Antonio Merayo encuadrando ambas escenas (introducción e interpretación) de manera simple pero efectiva, después de todo, lo que importa es el sonido. Merayo hace una composición más interesante cuando Gardel canta, aunque esto bien podría ser una decisión del director más que un defecto del lado de Merayo (haciendo a la introducción más "documental"). "Yira, yira", junto con otros nueve cortometrajes musicales de Morera se compilarían en 1931 para formar un largometraje musical titulado "Diez canciones de Gardel" ó "Encuadre de canciones"; sin embargo, los cortometrajes de Morera funcionan mejor en solitario, como fueron concebidos. En este aspecto, los cortometrajes de Gardel y Morera pueden verse como precursores de los vídeos musicales modernos. Dada la calidad de la interpretación de Gardel y el hecho de que Morera logro su cometido (probar que Gardel podría llegar a ser una estrella del cine), se puede decir que estos pequeños experimentos sonoros cumplieron su cometido.

10/10 
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26 de noviembre de 2013

Joey (1985)

El director alemán Roland Emmerich se ha hecho de una reputación como director de blockbusters Hollywoodenses tras filmes como "Independence Day" y "The Day After Tomorrow", filmes de ciencia ficción de gran presupuesto donde muestra su gusto por los efectos visuales, estilo que le ha ganado su buena cantidad de detractores. Aunque ciertamente Emmerich no es un cineasta que se pueda llamar original o trascendente artística hablando, curiosamente sus películas sí demuestran un estilo muy particular, estilo que se ha desarrollado desde sus primeros filmes y que debe mucho a los dos maestros de cine fantástico que se vuelven como "guías espirituales" en el cine de Emmerich: George Lucas y Steven Spielberg. La influencia del primero es más que clara en el debut de Emmerich, la aventura de ciencia ficción "Das Arche Noah Prinzip"; mientras que es en el segundo filme de Emmerich donde su devoción a Spielberg se hace más que evidente, pues es una cinta donde incluye tópicos fundamentales de la obra del norteamericano como la infancia, la fantasía y la relación entre padres e hijos. Su título, "Joey".

Conocida en español como "El Secreto de Joey" (y en Estados Unidos como "Making Contact", en una versión 20 minutos editados), "Joey" es la historia del personaje del título, un niño de 9 años llamado Joey (Joshua Morrell), quien tras la trágica muerte de su padre, comiera a experimentar extraños poderes psíquicos. Estos poderes le permiten mover objetos inanimados y encender fuego a voluntad. Joey incluso aparentemente logra hacer contacto con su padre fallecido. Naturalmente, la cordura de Joey es cuestionada por sus semejantes, pero el chico no da importancia a los rumores. Sin embargo, no todo es felicidad para Joey, pues sus recientemente adquiridos poderes accidentalmente despiertan a una fuerza sobrenatural que había permanecido escondida dentro de un viejo muñeco de ventrílocuo que Joey encuentra en una casa abandonada. Fletcher (Jack Angel), el muñeco poseído, asegura ser el fantasma del ventrílocuo, y demuestra tener poderes muy similares a los de Joey. Fletcher pondrá en peligro las vidas de los amigos de Joey pues el diabólico muñeco tiene sus propios planes para los poderes del niño.

Escrita por el mismo Emmerich y los guionistas Hans J. Haller y Thomas Lechner, "Joey" tiene muchos de los elementos clásicos de filmes de horror sobrenatural del tipo de "Poltergeist" (una producción de Spielberg estrenada tres años antes que "Joey"), pero realizados con el enfoque primordial de una cinta de fantasía familiar al más puro estilo de "E.T.", del mismo Spielberg. Aunque francamente esto pudiera hacer sonar a "Joey" como una colección de referencias, la premisa tiene su grado de originalidad y de hecho esto resulta en escenas bastante interesantes. Tristemente, la trama pronto toma un rumbo excesivamente convencional y se apoya demasiado en clichés del género para funcionar. Sin embargo, lo interesante es que la historia se enfoca totalmente en el punto de vista de Joey, haciéndola más una sombría historia de aventuras que una cinta de horror tradicional, pues la trama se enfoca en la lucha entre Joey y la fuerza que ha tomado posesión del muñeco Fletcher. Esto no quiere decir que no haya momentos de terror, pero el énfasis de "Joey" es en la fantasía.

Aunque realizada con relativamente poco presupuesto, el director Roland Emmerich hace una cinta bastante atractiva visualmente, ya mostrando su gusto por emplear grandes efectos especiales. Es bastante interesante lo que logra Emmerich con recursos tan mínimos, y se podría asegurar que ya desde este punto tan temprano en su carrera, el director tenía una clara idea del tipo de cine que deseaba realizar en el futuro (guiños visuales a las obras de Spielberg y Lucas abundan en toda la película). El fotógrafo Egon Werdin logra dar al filme una buena atmósfera, particularmente cuando la trama se mueve dentro del territorio del género de horror y se acerca al tono de la ya mencionada "Poltergeist" (una similitud nada accidental, dado que la cinta es básicamente un tributo a Spielberg). Desafortunadamente, "Joey" no sólo muestra las virtudes que llevarían a Emmerich a Hollywood, también muestra los problemas que su cine suele enfrentar: mientras que las escenas de efectos especiales son impecables, las escenas sin ellos muestran sus carencias como realizador.

Esto resulta en que las actuaciones en "Joey" sean bastante mediocres, y este es tal vez el punto más flojo de la película. La poca experiencia del elenco, especialmente en el caso de los niños, se vuelve cada vez más evidente a medida que el filme avanza, y nada ayuda que el director tampoco contaba con gran experiencia en ese momento (cabe destacar que, de cualquier forma, la dirección de actores nunca ha sido el fuerte de Emmerich). No es sorpresa que la única actriz con experiencia real, Eva Kryll, quien interpreta el papel de la madre de Joey, sea quien realice el mejor papel en la película. Desafortunadamente, su personaje no tiene tanto peso en la trama y esto no le permite gran oportunidad de mostrar su talento. Joshua Morrell, quien tiene el papel principal, hace un gran esfuerzo y luce cómodo frente a la cámara, aunque su actuación es bastante plana. Es en el resto del elenco donde los problemas se vuelven más evidentes, pues muchos de los actores de reparto, dada su inexperiencia, lucen poco naturales, como si estuvieran leyendo sus líneas.

Un elenco poco experimentado aunado a un joven director poco experimentado es en muchas ocasiones, una combinación peligrosa y en el caso de "Joey", se vuelve un problema. Las actuaciones son bastante pobres y con la poco inspirada dirección de Emmerich (quien parece perdido sin los efectos especiales) resulta en una narrativa un tanto simple. De hecho, la película se vuelve un tanto lenta y aburrida en las escenas más íntimas o dramáticas, pues Emmerich no les logra dar la emoción necesaria, y por ende no hay un buen balance entre las escenas netamente de acción y aquellas basadas en diálogos y personajes. El guión también tiene sus problemas, pues hay momentos en los que aparecen hoyos en la trama y pareciera que los guionistas no lograron darle cohesión a la gran cantidad de ideas que deseaban meter a la trama (pues hay elementos que aparecen y luego simplemente se abandonan). A pesar de los defectos,el director Roland Emmerich logra obtener algunos momentos entretenidos de esta problemática mezcla de ingredientes que hacen de "Joey" un filme atípico dentro de su tipo.

Lo que parece claro es que en "Joey", Emmerich no parecía tener bien definido si la cinta debía ser una fantasía para niños o una película de horror, pues la película tiene momentos que apuntan a ambos lados. En general, "Joey" es una película interesante más como curiosidad que por la calidad de su manufactura, ya que muestra el talento emergente de un cineasta con gran dominio de los efectos especiales, y con una clara idea de hacia que público deseaba llegar. Es más que obvio que ya desde "Joey" Emmerich tenía los ojos puestos en realizar blockbusters de verano. Sin más pretensión que ser una película familiar entretenida, "Joey" logra su cometido a pesar de los problemas, a la vez que se vuelve una suerte de tributo al cine de George Lucas y Steven Spielberg.

6/10
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24 de noviembre de 2013

The Vampire Lovers (1970)

Se podría argumentar que los 70s fueron tiempos difíciles para la legendaria Hammer Film Productions, pues tras haber tenido mucho éxito en los 60s con sus cintas de horror gótico, su fórmula clásica comenzaba a gastarse y aunado a esto, los tiempos cambiaban y enfrentaban nueva competencia de filmes más atrevidos, agresivos y contemporáneos. "The Vampire Lovers" surgió como un intento de calentar un poco las cosas al agregar una mayor dosis de erotismo a los horrores góticos que habían hecho famosa a Hammer. Ya desde el estreno de "Dracula" (1958), la casa Hammer había jugado sutilmente con el erotismo en sus producciones, pero "The Vampire Lovers" iría un paso más allá. El experimentado Roy Ward Baker (famoso por "A Night to Remember") fue puesto a cargo de la cinta, pero sería la introducción de una de las actrices irónicas del estudio, la bellísima Ingrid Pitt, lo que haría de la cinta un clásico de culto. Esta libre adaptación de la novela gótica de Sheridan Le Fanu, "Carmilla", es con todo derecho, una de las mejores cintas de la casa Hammer.

En la remota región austriaca de Styria, en el siglo 19, una serie de muertes entre los habitantes de la villa trae a la memoria los viejos rumores de vampirismo, especialmente cuando Laura (Pippa Steel), sobrina del General Von Spielsdorf (Peter Cushing), cae enferma de la misma plaga. Marcilla (Ingrid Pitt), hija de una Condesa, se encuentra viviendo en casa del General como huésped, luego de que el General aceptara darle asilo mientras su madre se encuentra fuera del país. Laura rápidamente se vuelve amiga de Marcilla, quien hace todo lo posible para confortar a la joven enferma. Tristemente, todo es en vano y la bella chica muere sin remedio. La misteriosa Marcilla, desaparece de la casa del General sin dejar huella. Semanas después, la enfermedad vuelve a la región, esta vez afectando a Emma Morton (Madeline Smith), hija de un escéptico noble británico (George Cole) Sin embargo, Emma tiene una amiga que la cuida, una joven de nombre Camrilla que tiene un misterioso parecido con la desaparecida Marcilla. Y con ella, la muerte llega a la casa Morton.

Aunque los guionistas Harry Fine, Tudor Gates y Michael Style se toman sus libertades con la trama de "Carmilla", "The Vampire Lovers" es realmente una de las adaptaciones más fieles a la novela de Le Fanu, en el sentido de que se mantiene fiel al espíritu de la novela y su balance entre horror gótico puro y elegante erotismo. La trama está muy bien desarrollada y hay un interesante intento en construir una nueva mitología vampírica separada de los filmes de Drácula de Hammer. Otro detalle es la manera en que se juega con el suspenso, pues con todo y que la historia es contada desde el punto de vista de la antagonista, la tensión (sexual y no-sexual) se encuentra siempre arriaba. Mantener un equilibrio entre el horror y el erotismo es difícil, pero "The Vampire Lovers" logra hacer un excelente retrato de estos dos aspectos tan importantes en el mito del vampiro. Carmilla es una tentación depredadora, una fuerza de la naturaleza que, fiel a la iconografía del vampiro, representa el caos y lo salvaje. Lo interesante es como resulta ser más encantadora y atractiva que los representantes de lo civilizado.

El experimentado director Roy Ward Baker (que ya había realizado para Hammer "Quatermass and the Pit" en 1967) trajo a la Hammer Film Productions su extraordinaria habilidad para hacer maravillas con recursos limitados, lo que le venía como anillo al dedo a los filmes de bajo presupuesto que la Hammer realizaba. Lo que le da Roy Ward Baker al filme es clase, es decir, una cierta sutileza y elegancia en su uso de la cámara que funciona brillantemente con el erotismo inherente en la historia. Aunque este enfoque sutil pudiera parecer recatado, realmente aumenta el erotismo de varias escenas, donde lo que se esconde es a veces más tentador que lo se muestra (y vaya que se muestra mucho). A pesar del bajo presupuesto, la película luce bastante bien, pues Roy Ward Baker hace un gran uso de sus recursos permitiéndose crear escenas de pesadilla a pesar del presupuesto. Una figura clave para esto es el fotógrafo Moray Grant, quien emplea sus talentos para lograr darle a la película una atmósfera espeluznante de fantasía oscura que la hace una de cintas con mejor fotografía en la historia de Hammer.

Claramente, "The Vampire Lovers" es básicamente un vehículo para el lucimiento de la bella Ingrid Pitt, y la actriz realmente saca el mayor provecho de esta oportunidad. Como el personaje principal, Carmilla, Pitt es simplemente avasalladora, y no sólo por su imponente belleza física. Pitt logra crear un personaje que es a la vez seductivo y terrible, encantador y destructivo, en síntesis, la escénica pura de una historia de horror. Con su poderosa presencia escénica, Pitt encabeza el film con soltura y crea un ícono en el proceso. Y esta fuerte personalidad hace un buen contraste con la inocencia representada por la actriz Madeline Smith como Emma Morton. Smith hace un buen trabajo en el papel, aunque el personaje está un poco desdibujado y termina como una damisela en peligro (la estrella es Carmilla por supuesto). Kate O'Mara hace uno de los mejores trabajos en el filme como Mme. Perrodot, una institutriz encantada por el poder de Carmilla. George Cole, Douglas Wilmer y el legendario Peter Cushing completan el elenco y dan excelente soporte con su experiencia y talento.

Sería muy fácil despreciar a "The Vampire Lovers" como una película erótica más acerca de lesbianas vampiro, especialmente ahora que el tema del lesbianismo vampiro ha sido tan gastado; pero realmente la película es más que eso. Para empezar, es una cinta de horror enfocada en sus personajes, con Carmilla al centro de todo, jugando con los demás como piezas de ajedrez. La atmósfera juega un papel aún más importante en "The Vampire Lovers" que lo usual en filmes de Hammer, pues Roy Ward Baker apunta a obtener un aura de romanticismo para su película. Ciertamente, el bajo presupuesto se nota en ocasiones y la película carece del dinamismo y energía de las dirigidas por Terence Fisher pero, esta visión al cine de vampiros no fue sólo un experimento de su época, era el siguiente paso en el camino al que Hammer había estado llevando al vampiro desde "Dracula" (1958): el vampiro no es sólo un monstruo, es un monstruo atractivo. La versión de "Carmilla" realizada por Roy Ward Baker establecería un nuevo "subgénero" en el horror, siendo influencia para los múltiples filmes eróticos de vampiros que le siguieron.

Los 70s probarían ser un tiempo difícil para la Hammer Film Productions, pues para mantenerse en boga la compañía comenzaría a producir todo tipo de variaciones a su fórmula de cine de horror. Algunos estarían ubicados en tiempos modernos, mientras que otros serían bizarras combinaciones de géneros ("The Legend of the 7 Golden Vampires", que mezcla el horror y las artes marciales, ejemplifica esto a la perfección). Sin embargo, "The Vampire Lovers" es una de las gemas olvidadas de aquel periodo experimental en la historia de Hammer. El experimento funcionaría, y dos películas más se harían con este modelo, formando lo que ahora se conoce como la "Trilogía Karnstein" (con "Lust for a Vampire" y "Twins of Evil"). A pesar de sus problemas, "The Vampire Lovers" puede considerarse como uno de lo mejores filmes de Hammer, no sólo de los 70s, sino de toda su historia.

8/10
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23 de noviembre de 2013

9½ Ninjas! (1991)


En 1986 se estrenó un drama erótico dirigido por el británico Adrian Lyne con el título de "9½ Weeks" que, a pesar de las críticas mixtas, se volvió rápidamente en un tremendo referente cultural de la década, gracias no sólo a las actuaciones de sus estelares, Mickey Rourke y Kim Basinger, sino al estilizado estilo de Adrian Lyne, que resultó en escenas eróticas que se han vuelto irónicas. Y por supuesto, con el estatus de ícono de la cultura pop no sólo vienen tributos y homenajes, sino también parodias, y en este aspect, "9½ Weeks" ha sido bastante prolífica, pues muchas de las escenas concebidas por Lyne se han vuelto fuente de parodia y burla en infinidad de cintas y series de TV: la escena del hielo, la de la comida y por supuesto, el legendario strip-tease de Basinger con "You Can Leave Your Hat On" de fondo. Ciertamente, algunas parodias son más inteligentes que otras, y hay algunas que incluso son bastante estúpidas. Desafortunadamente, la película "9½ Ninjas!" de Aaron Barsky, estrenada en 1991, pertenece a esta última categoría. Y con razón.

"9½ Ninjas!" comienza con el joven Joe Vogue (Keaton Simons) recibiendo extrañas lecciones ninja de su maestro (Gerald Okamura). El pequeño Joe no luce como un ninja muy prometedor, pero la paciencia y perseverancia de su maestro dan resultados: años después el adulto Joe Vogue (Michael Phenicie) no solamente es un exitoso empresario, sino también un experto guerrero ninja. Sus letales habilidades se vuelven útiles cuando las emplea en rescatar a la bella Lisa Thorne (Andee Gray) de una pandilla que la molestaban en un restaurante donde casualmente Joe se encontraba comiendo. Gratamente sorprendida por Joe, Lisa le comenta que la pandilla trabaja para Arnold Gruber (Robert Fieldsteel), un rico terrateniente que acaba de comprar el edificio donde ella vive y busca desahuciar a todos los inquilinos. A Joe no parece importarle mucho hasta que se da cuenta que Gruber ha comprado también su edificio y están desalojando también. Ahora que se ha vuelto personal, Joe decide entrenar a Lisa para detener juntos a Gruber, cosa que Lisa aprovechará para enseñarle a Joe otro tipo de habilidades.

Escrita por Bill Crounse, John Morrisey y Don Pequignot, "9½ Ninjas!" intenta parodiar tanto a "9½ Weeks" como a las cintas de acción con ninjas que tuvieron gran popularidad durante los 80s (popularidad reflejada en títulos como "American Ninja" y los filmes "Ninja" de Golan y Globus). Desafortunadamente, la película falla en ambas tareas. Mucho del humor está basado en los inútiles intentos de Joe por entrenar a Lisa, quien está más interesada en llevarlo a la cama que en convertirse en ninja. Mientras todos en la película están encantados por Lisa y su propensión a las ropas reveladoras, Joe permanece desinteresado gracias a su concentración ninja. De hecho, esta y otras de las rarezas de Joe comienzan a salir a la luz, como su extraña relación con su madre (también ninja) y su dependencia en un muñeco guiñol llamado Mr. Ninja (voz de Paul Jabara). Las bromas del film son demasiado simplistas, basadas en las absurdas situaciones en las que se meten los personajes. Y para un filme que asegura ser una comedia erótica de acción y artes marciales, el humor es extrañamente muy inocente.

Aunque hay algunas fuentes que citan al productor John Morrisey como el director bajo el nombre de Aaron Worth, la mayoría apunta a Aaron Barsky como el cineasta detrás del pseudónimo. De lo que no hay duda es el hecho de que quien sea que haya sido responsable de "9½ Ninjas!" realizó un pobre trabajo en la concepción del proyecto. Ciertamente el guión con el que se trabajó no da mucho pié a alguna mejora substancial, pero la simplista dirección pareciera haberse limitado a solamente encuadrar la cámara, dar palabras de apoyo al elenco y filmar. Todo realizado en el peor estilo de la televisión de la década de los 80s. De hecho, aunque la cinta fue estrenada en 1991, no sería sorprendente descubrir que la película haya sido filmada años atrás, pues realmente se siente vieja. De cualquier forma, como apunte positivo, el fotógrafo español Fernando Argüelles (quien posteriormente trabajaría en la exitosa serie "Prison Break") hace un trabajo más que aceptable, tal vez mejor de lo que "9½ Ninjas!" merece, logrando imitar bastante bien el look de "9½ Weeks" en las únicas dos escenas en que se intenta parodiar decentemente.

Como se mencionó anteriormente, el guión con el que contaba el elenco de "9½ Ninjas!" no era en sí muy bueno, aunque algunos de los actores logran sacar algo de dignidad de su trabajo. Magda Harout, quien interpreta a la madre de Joe, Gladys, es tal vez la mejor del elenco, pues logra sacar momentos de chispa de su pobremente desarrollado personaje, y es tal vez la única actriz en el elenco que entendió el tono paródico que el film debió tener. En su limitado caneo, Gerald Okamura muestra mucho más compromiso que muchos de los actores principales del film, y junto a Harout, son los únicos genuinamente divertidos en sus papeles. Los protagonistas, Michael Phenicie y Andee Gray son realmente terribles en sus personajes. Aunque Phenicie es bien parecido, carece del carisma y la energía para llevar el peso del film sobre sus hombros. Y aunque Andee Gray es una belleza, eso es lo único que logra aportar al personaje. el actor de carácter Robert Fieldsteel interpreta a Arnold Gruber, desperdiciando su talento en el papel más ridículo de la película. Como curiosidad, Don Stark de "That 70's Show" aparece como el sirviente Sledge.

Sin embargo, más allá de su pobre y simplista hechura, sus bajos valores de producción y su poco talentoso elenco, el verdadero problema de "9½ Ninjas!" se origina en otro lado: en su terrible guión. El legendario director japonés Akira Kurosawa alguna vez dijo que ni el mejor director podría hacer un buen filme de un mal guión, y "9½ Ninjas!" es prueba de ello. Las parodias son oportunidades de burlarse, de criticar o satirizar su tema, pero en el caso de "9½ Ninjas!" esto parece olvidarse y los guionistas simplemente metieron situaciones estúpidas o absurdas en un intento de lograr una farsee. Cualquier intento real de parodiar las películas de ninjas ó a "9½ Weeks" se pierde en escenas sin sentido que parecieran salidas de un muy mal (y muy viejo) programa de TV. Ciertamente, el estatus de "9½ Weeks" como ícono de su generación se presta muy bien a parodia, pero aunque "9½ Ninjas!" podía haber tenido un enfoque mucho más arriesgado al parodiar el estilizado erotismo de "9½ Weeks", prefiere un humor burdo y juvenil que tal vez sonaba bien en papel, pero cuya ejecución es dolorosamente mala.

"9½ Weeks", con sus personajes exageradamente sexualizados, su fotografía estilizada en extremo, su música inconfundible, y en general su look ya muy pasado de moda es un excelente material para parodiar. Es totalmente un producto de su tiempo, y como tal, adecuado para ser satirizado despiadadamente. Desafortunadamente, "9½ Ninjas!" falla al intentar esto, y de hecho, para pretender ser una comedia erótica de acción y artes marciales, no es ni erótica, ni emocionante ni divertida. Alguna que otra broma tal vez funcione, pero como película, "9½ Ninjas!" es una desafortunada falla para todos los involucrados. Mejores parodias se han realizado tanto de los films de artes marciales como de ese clásico ochenteno llamado "9½ Weeks".

3/10
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22 de noviembre de 2013

Asylum (1972)


Cuando se habla de cine de terror británico, el referente obligado es por supuesto las películas de horror gótico producidas por la Hammer Film Productions durante los años 60s y 70s. Sin embargo, no todo el horror inglés provino de la famosa casa de Drácula y el Barón Frankenstein. Inspirados por el éxito de Hammer en el género de horror, la compañía productora Amicus comenzó a realizar filmes de género en un estilo similar (a colores, e incluso con los mismos elencos), aunque con varias diferencias notorias: mientras que la Hammer se especializaba en producir filmes góticos y de época, Amicus optó por ubicar sus cintas en la época contemporánea y hacerlas antologías (ó filmes "portmanteau"), es decir, compilaciones de cuatro ó cinco historias cortas de terror. "Asylum", estrenada en 1972 y dirigida por el experimentado realizador Roy Ward Baker (quien ya había pasado por Hammer, dirigiendo entre otras, "The Vampire Lovers" de 1970), es un ejemplo perfecto del tipo de películas de horror que Amicus produciría durante la década de los 70s.

"Asylum" (literalmente, "Manicomio"), toma su título por el hecho de que la historia principal trata de un médico, el Dr. Martin (Robert Powell), quien llega a un manicomio para una entrevista de trabajo. Su entrevistador, el Dr. Lionel Rutherford (Patrick Magee) decide ponerlo a prueba: uno de los pacientes es el Dr. Starr, el antiguo director del manicomio, quien ha perdido la razón tras sufrir un terrible colapso nervioso. El Dr. Martin deberá entrevistar a los pacientes del manicomio e identificar cual de ellos es en realidad el Dr. Starr. Si logra reconocerlo, Martin podrá aspirar al puesto. Así, el Dr. Martin se adentra a las instalaciones, entrevistando a cada paciente en su respectiva celda, donde escuchará sus historias. La paciente Bonnie (Barbara Parkins) contará una historia de ambición y brujería, mientras que el sastre Bruno (Barry Morse) revelará su aterradora experiencia con una tela muy especial. Barbara (Charlotte Rampling) detallará su entrañable amistad con Lucy (Britt Ekland), mientras que Byron (Herbert Lom) hablará de un espeluznante experimento sobre la transferencia de almas.

El escritor Robert Bloch (autor de la novela "Psycho", llevada al cine en 1960) escribe el guión de "Asylum", tomando como base cuatro de sus historias cortas, a las que agrega el tema del manicomio como marco central de la película. Aunque el uso de una historia que encierre los demás cuentos es algo bastante común en las antologías producidas por Amicus, el que Bloch emplee el tema del manicomio brinda a "Asylum" una identidad propia bastante particular, pues permite que las historias se muevan entre lo realista y lo fantástico con gran libertad, después de todo, son los cuentos de un grupo de pacientes. Dos grandes temas principales aparecen en las historias de Bloch: la animación de objetos inanimados y la suplantación de la personalidad. Este último finalmente resuena en la historia central pues finalmente, Martin debe encontrar quien de los pacientes es el Dr. Starr. Sin embargo, este tópico queda un poco forzado cuando nos damos cuenta que al menos dos de los pacientes entrevistados son demasiado jóvenes como para ser tomados seriamente como candidatos a ser el Dr. Starr.

Para 1972, el director Roy Ward Baker era ya considerado uno de los realizadores más experimentados del Reino Unido, habiendo dirigido clásicos como "Morning Departure" (1950) y "A Night to Remember" (1958). Aunque al trabajar en Amicus Productions se enfrentara a bajos presupuestos, Baker tenía ya el talento y la experiencia para hacer más con menos, y en "Asylum" vemos el ejemplo perfecto de esto. Si algo tienen las antologías, por su misma naturaleza, es la tendencia a ser dispares en cuanto a la calidad de las historias que las forman, y tristemente, "Asylum" no es la excepción. Sin embargo, el director Roy Ward Baker logra atenuar un poco esto manteniendo un grado igual de calidad y coherencia estilística a lo largo de las historias. A pesar de los tonos diversos en que se mueven, el estilo visual que maneja el director Roy Ward Baker mantiene a lo largo del filme una cierta atmósfera de intranquilidad, de sombría anormalidad que beneficia mucho a la película. Aunque el guión no sea el punto fuerte de "Asylum", la realización de la cinta es realmente impecable.

Como en la gran mayoría de las películas de Amicus, el elenco lo forman una mezcla de leyendas consagradas del género (Cushing y Lom), y jóvenes en busca de oportunidades para destacar (Ekland y Rampling). El resultado, como en cada antología de filmes, varía en cada historia, aunque en general el trabajo actoral en "Asylum" es de buena calidad. Por una parte, existen interpretaciones bastante sobrecogedoras, como las de Morse y Cushing en la historia del sastre, en la que ambos actores logran capturar perfectamente el tono ligeramente exagerado que la trama de fantasía sobrenatural demandaba. Por otro lado, Britt Ekland y Charlotte Rampling no son tan afortunadas en su historia, que se mueve más dentro de los terrenos del terror psicológico. Aunque la historia donde participan, "Lucy Comes to Stay", es tal vez la más floja de las cuatro, una mejor interpretación por parte de las protagonistas hubiera significado una mejoría significativa. Patrick Magee, quien interpreta al Dr. Lionel Rutherford en la historia principal, realiza un trabajo notable como el autoritario y controlador médico.

A pesar de algunas actuaciones más bien mediocres, "Asylum" no tiene su punto débil en el elenco, que en general hace un trabajo muy efectivo. Más bien, las debilidades se encuentran en el guión de Bloch. Como se mencionó anteriormente, es normal en las antologías que algunas historias no funcionen tan bien como otras, y desafortunadamente ese es el caso de "Asylum", pues mientras que "The Weird Tailor", "Frozen Fear" y la historia principal logran ser sumamente interesantes, "Mannikins of Horror" y particularmente "Lucy Comes to Stay", no alcanzan el mismo nivel. El caso de "Lucy Comes to Stay" es especialmente interesante pues su trama es una suerte de variación de "Psycho" (por lo que no es terreno extraño para Bloch) en un ambiente juvenil que no acaba de funcionar por la solemnidad con la que se desarrolla la historia, volviéndola un tanto lenta y algo aburrida en comparación con el resto de las historias. Caso contrario el de "Mannikins of Horror", cuya interesante premisa tal vez se hubiera beneficiado de un tono fantástico mucho más sombrío.

Aunque de un presupuesto menor que las cintas góticas de Hammer Films, las antologías de Amicus Productions podían llegar a ser tan o más interesantes que las producciones de su rival, y "Asylum" es tal vez la mejor prueba de ello. Aunque tal vez no represente el mejor trabajo de Robert Bloch, la película se beneficia enormemente de la maestría con la que Roy Ward Baker desarrolla la historia, así como del efectivo trabajo del fotógrafo Denys N. Coop, que logran devolverle a la moderna Inglaterra contemporánea esa atmósfera sombría y misteriosa de las clásicas historias de horror gótico de la época Victoriana. Una mezcla perfecta de lo antiguo y lo moderno. A pesar de ser menos conocidas que las cintas de la Hammer Films, bien vale la pena conocer la obra de Amicus Productions y "Asylum" es una gran forma de hacerlo.

7/10
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21 de noviembre de 2013

La Torre de los Siete Jorobados (1944)

A pesar de ser el lugar de origen del brillante pionero del cine fantástico, Segundo De Chomón (cuyos cortometrajes rivalizan incluso con los de su famoso contemporáneo Georges Méliès en términos de calidad e inventiva), la filmografía española en lo que se refiere a cine de horror es sorprendentemente pobre en los años previos a la década de los 60s, cuando Jesús (mejor conocido como Jess) Franco inaugura el horror español. Esto fue el resultado del difícil clima político que reinaba en el país durante el régimen del dictador Francisco Franco y la fuerte censura gubernamental. De hecho, aunque se realizaron un par de filmes de fantasía antes de 1962, la única película de horror hecha y derecha fue una poco conocida obra titulada "La Torre de los Siete Jorobados", dirigida por Edgar Neville y basada en una popular novela de Emilio Carrere. Sin embargo, a pesar de ser el único ejemplo propiamente dicho de cine de terror de la España de la década de los 40s, este filme es mucho más que una mera curiosidad histórica, es realmente una gema olvidada del género.

Teniendo lugar en el Madrid del siglo 19, "La Torre de los Siete Jorobados" comienza cuando un joven de nombre Basilio (Antonio Casal) decide jugar a la ruleta, con la esperanza de reunir suficiente dinero para invitar a salir a la chica de la que está enamorado. De pronto, un misterioso personaje (Félix de Pomés) aparece de la nada, enfundado en una capa negra y con sombrero de copa del mismo color. El extraño le indica a Basilio exactamente a que número apostar para ganar el juego. Siguiendo sus consejos, Basilio logra ganar una pequeña fortuna, por lo que Basilio se acerca a agradecer al extraño. Al hablar con él, descubre que la misteriosa figura es en realidad el fantasma de Don Robinson de Mantua, un famoso arqueólogo que se había suicidado algunos años atrás. A cambio de la ayudad brindada en la ruleta, Don Robinson le pide a Basilio que proteja a su bella hija Inés (Isabel de Pomés), y le ayude a resolver el crimen de su muerte, pues Don Robinson fue asesinado. Así, Basilio se irá involucrando en un misterio que lo llevará a encontrar la entrada de la Torre de los Siete Jorobados.

Como se menciono anteriormente, "La Torre de los Siete Jorobados" está basada en la novela del mismo nombre escrita por Emilio Carrere (con colaboración de Jesús de Aragón), sin embargo, hay múltiples diferencias entre la novela y la película, particularmente en el tono que los guionistas Edgar Neville y José Santugini le dan a la historia. Mientras que la novela tiene un humor negro más bien sombrío, Neville prefiere darle a su película un tono bastante ligero, mucho más parecida al de las películas de horror y aventura que se producían en Estados Unidos por aquella época (filmes que fueron una gran influencia en Neville) que al de la obra en la que se basa. Esto no es necesariamente una equivocación, pues la película se vuelve una interesante mezcla de misterio, humor y suspenso que se mantiene entretenida precisamente gracias a que el guión afortunadamente evita ser demasiado solemne o simbólico. Aunque se podría argumentar que la trama es derivada del estilo típico del cine de aventuras de Hollywood, "La Torre de los Siete Jorobados" mantiene una cierta atmósfera que la vuelve poco convencional.

Si bien, esto último es gracias a que donde la película realmente destaca en es su ejecución, pues el director Neville da un acertado uso al excelente trabajo de fotografía realizado por Henri Barreyre y Andrés Pérez Cubero. La fotografía, inspirada en el alto contrasto del cine expresionista, le da a la película un belleza sobrenatural. Sin embargo, la más sorprendente virtud de la cinta es su maravilloso diseño de arte, que tiene como centro a una espeluznante Torre de los Siete Jorobados que, como la fotografía, tiene un bello estilo expresionista que pareciera salido de un filme alemán de los años 20s. El contraste entre el expresionismo surreal de la Torre con la atmósfera natural de las calles de Madrid (en escenas filmadas en locación) le da a la película una efectiva y oscura sensación onírica, como si el viaje de Basilio a este mundo subterráneo en el que se esconde la Torre fuera el descenso a una pesadilla. Finalmente, lo que hace realmente funcionar a toda esta mezcla de influencias es el humor que le imprime Neville a la película, que le da a su versión de "La Torre de los Siete Jorobados" una personalidad propia.

El elenco es en su mayoría, bastante efectivo, con Antonio Casal en el papel principal realizando un muy buen trabajo al manejar el lado cómico de su personaje (pues Basilio, aunque noble y bien intencionado, es también un tanto cobarde y particularmente ingenuo), que se vuelve de gran importancia dado el tono que maneja Edgar Neville en la película. Como su contraparte, Inés, la actriz Isabel de Pomés es buena, aunque nada realmente espectacular. Sin embargo, esto puede achacarse al hecho de que su personaje está pobremente desarrollado y es más una estereotípica damisela en apuros, lo cual no brinda muchas oportunidades a De Pomés para hacer más allá de un buen trabajo. Por otro lado, Guillermo Marín es extraordinario como el Doctor Sabatino, realizando una interpretación que bien podría contarse dentro de las mejores en el horror español. Marín logra alcanzar la mezcla perfecta entre amabilidad encantadora y perversa crueldad que hacen a Sabatino un personaje tan interesante. Finalmente, Félix de Pomés es bastante divertido como Don Robinson, a pesar de su limitado tiempo en pantalla.

Ahora bien, aunque "La Torre de los Siete Jorobados" es ciertamente una película excelente y bastante entretenida, está también lejos de ser perfecta. Su principal problema es que en el intento que hace Neville por imitar a los filmes estadounidenses de mayor éxito comercial, no sólo toma sus virtudes sino también sus defectos, principalmente la dependencia de aquellos filmes en los clichés del género. Aunque la película tiene ese maravilloso estilo expresionista y la premisa es ciertamente ingeniosa, la trama se desarrolla de maneras muy convencionales y, aunque entretenida, definitivamente no alcanza el nivel artístico que podría haber tenido. El resultado se siente como si Neville hubiera optado por simplificar demasiado las cosas para el espectador. Esta dependencia en el lugar común y la broma fácil hacen predecible lo que bien pudo haber sido una fascinante historia de misterio y horror. Sin embargo, esto finalmente no es tan grave como podría sonar, y aunque no sin defectos, "La Torre de los Siete Jorobados" se deja disfrutar sin problema.

Por supuesto, esta última crítica bien podría sonar a una exageración, pues "La Torre de los Siete Jorobados" no tiene mayor presunción que ser una historia divertida, y el realizador Edgar Neville cumple esto en su totalidad: la película brinda un buen rato al seguir a Basilio a medida que se adentra en los horrores de la Torre de los Siete Jorobados. Aunque aún faltarían muchos años para que el cine de horror resurgiera en España, "La Torre de los Siete Jorobados" es un humilde pero significativo escalón en la historia del género en el cine español. Por esta sencilla razón, así como por sus ya mencionadas virtudes artísticas, "La Torre de los Siete Jorobados" es más que una mera curiosidad, es realmente el primer clásico de horror realizado en España.

8/10
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