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4 de julio de 2014

El Fantasma del Convento (1934)

Para la industria fílmica mexicana, la década de los años 30s trajo la oportunidad de finalmente crecer y desarrollarse tras el estancamiento que se vivió en el inestable clima político de la Revolución Mexicana. Al mismo tiempo, el sonido hacía su aparición en el cine, lo que incrementó las oportunidades de llevar la identidad mexicana a la cinematografía del país, pues finalmente se podía escuchar al cine hablar en español. En aquellos primeros años del cine sonoro, el director Fernando De Fuentes se volvió rápidamente uno de los realizadores más importantes, siendo un verdadero pionero que sentaría las bases para la naciente industria del cine mexicano. en 1934, De Fuentes trabajaría en conjunto con el joven dramaturgo Juan Bustillo Oro para realizar uno de los primeros clásicos del cine nacional, "El Compadre Mendoza". Curiosamente, tras este exitoso trabajo en conjunto, ambos realizadores decidieran producir filmes de corte fantástico: Juan Bustillo Oro dirigiría "Dos Monjes", mientras que De Fuentes trabajaría en "El Fantasma del Convento".

Esta película es la historia de Alfonso (Enrique del Campo), su mejor amigo Eduardo (Carlos Villatoro) y la esposa de ésta, Cristina (Marta Roel); tres amigos que al encontrarse dando un paseo por el bosque, terminan perdidos al anochecer. Mientras el trió busca una manera de regresar al camino, encuentran a un misterioso monje (Victorio Blanco) que se ofrece a darles refugio en el viejo monasterio de la Orden del Silencio. En el convento, el viejo abad (Paco Martínez) les brinda un poco de comida y habitaciones para dormir, lo que el grupo acepta con agrado. Sin embargo, el abad les explica que el convento se encuentra embrujado por el fantasma de un monje que había vendido su alma al diablo con el fin de seducir a la esposa de su mejor amigo. La historia del viejo abad no hace sino perturbar más los nervios de los tres amigos, afectando particularmente a Alfonso, pues comienza a sentirse presa de la culpa por tener un amorío con la esposa de Eduardo. Estos miedos lo llevarán a experimentar una noche de pesadilla en el convento.

Escrita por De Fuentes, Bustillo Oro y Jorge Pezet, "El Fantasma del Convento" es esencialmente un intento de traer a la pantalla grande esa rica tradición de historias de fantasmas que abunda en las leyendas de la época colonial. El choque entre la ingenuidad de la modernidad (del México de los 30s) y los secretos del pasado es a primera vista, el tema principal de la película (y un tema que se volvería recurrente en el horror mexicano); pero en realidad la trama se acerca más a un estudio de personaje que a una historia convencional de terror, pues el horror sobrenatural se vuelve más bien un reflejo de los horrores que desencadena la psicología de sus personajes. Las relaciones entre los personajes toman gran importancia en el filme, por lo que hay un gran cuidado en construir tres personajes relativamente complejos y bien definidos, especialmente Alfonso, cuyos demonios personales cobran fuerza tras escuchar la historia del abad, que se vuelve el catalizador para desencadenar el alegórico descenso a la oscuridad que vive el personaje dentro de las paredes del convento.

La principal característica de "El Fantasma del Convento" es lo bien lograda que son las atmósferas de la película, efectivamente combinando la rica tradición de historias de fantasmas existente en México con el estilo visual gótico predominante en cine de horror norteamericano de su época. De Fuentes también muestra lo fuerte que fue la influencia del soviético Sergei Eisenstein en su cine (como ya había hecho en "El Prisionero Trece"), al emplear con gran habilidad el montaje, que aunado a un dinámico uso de la cámara (fotografía de Ross Fisher), dan forma a la ominosa atmósfera de claustrofobia y paranoia que sienten los personajes de la película. "El Fantasma del Convento" detalla el descenso a la locura que viven sus personajes como una incursión a un mundo surrealista, que tiene como clímax una maravillosa escena de pesadilla en la que De Fuentes saca gran provecho de sus limitados efectos especiales. La extraordinaria música de Max Urban es la cereza del pastel para una película que tiene una belleza casi sobrenatural.

Aunque hay buenas interpretaciones por parte del elenco principal de "El Fantasma del Convento", los actores de soporte parecieran ser actores sin entrenamiento real, pues se desenvuelven en escena de forma muy tiesa y recitan sus diálogos como si estuvieran leyéndolos, sin expresar gran emoción. Afortunadamente el trío de actores principales marca un abismo de diferencia, pues Enrique del Campo es efectivo como Alfonso, el valiente y extrovertido protagonista envuelto en un triángulo a moroso con la esposa de su mejor amigo. Marta Roel es excelente como Cristina, una mujer encantada con la idea de recibir las atenciones de un hombre fuerte y viril y abandonar a su tímido y cobarde esposo. Como Eduardo, Carlos Villatoro hace un excelente trabajo interpretando a un personaje introvertido e ingenuo, incapaz de pensar una infidelidad por parte de su esposa. Aunque en principio parecieran personajes estereotipo, este trío de actores logra construir personajes complejos y darle un carácter psicológico a la aventura sobrenatural que viven.

Aunque no fue la primera cinta de horror mexicana (ese honor pertenece a "La Llorona" de 1933), se podría asegurar que "El Fantasma del Convento" es el primer clásico del género realizado en México. La razón de esto es lo única e inusual que es, pues aunque bebe de diversas influencias muy reconocibles, es a la vez muy diferente a lo realizado con anterioridad (y a lo que vendría en el futuro del cine mexicano). Carente en su totalidad de comedia, "El Fantasma del Convento" se sabe que antes que nada es una cinta de horror, y De Fuentes mantiene un tono serio que eleva la atmósfera de misterio y suspenso que tiene la historia. Esto puede hacer a la cinta tener un ritmo un poco lento, aunque en general esto resulta apropiado para la historia. Por supuesto, hay problemas, como el ya mencionado desempeño del elenco secundario y el bajo presupuesto que en ocasiones se vuelve notorio; pero a pesar de estos contratiempos, "El Fantasma del Convento" es un excelente filme de horror que con inteligencia, logra crear una historia que parece adelantada a su época.

Finalmente, "Dos Monjes" y "El Fantasma del Convento" terminarían de inaugurar el cine fantástico mexicano de la etapa sonora, comenzando una breve pero muy interesante "época de oro" en la producción de horror en México. Aunque ciertamente son recordados por los filmes más comerciales de su etapa posterior, la contribución de los realizadores De Fuentes y Bustillo Oro para el desarrollo del cine mexicano es enorme, pues esta constante exploración de géneros y temáticas diversas los hicieron verdaderos pioneros en aquellos primeros años de cine sonoro mexicano. Con su tono sombrío y ese enfoque en la psicología de los personajes, "El Fantasma del Convento" es una de las películas más interesantes del cine mexicano de los años 30s.

8/10
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28 de junio de 2014

Wadjda (2012)

Debido a la fuerte presión que ejercen los grupos religiosos conservadores en el gobierno de Arabia Saudita, desde principios de la década de los 80s, las salas de cine del país son prohibidas por considerarse contrarios a las enseñanzas del Islam. El único acceso al cine con el que cuenta la población saudí es a través del video, la televisión satelital y el internet. Dadas estas condiciones, no es de extrañarse que su industria sea muy pequeña, y que las primeras producciones 100% saudíes no hayan surgido sino hasta el siglo XXI ("Keif al-hal?" y "Dhilal al sammt", ambas estrenadas en el 2006). Sin embargo, ninguna de las cintas producidas en la Arabia Saudita había sido filmada en su totalidad en territorio saudí (la mayoría opta por filmar en los Emiratos Árabes Unidos). "Wadjda", estrenada en el año 2012, es la primera cinta en lograrlo, y no sólo eso, sino que también es el primer largometraje realizado por una mujer saudí. Lo cual es más que una proeza, dados las fuertes restricciones a los derechos de la mujer en el reino de la Arabia Saudita.

Wadjda (la debutante Waad Mohammed) es una inteligente niña de 11 años que vive con sus padres en Riyadh, la capital de la Arabia Saudita. Su máximo sueño es el de tener una bicicleta para poder jugar carreras con su amigo Abdullah (Abdullrahman Algohani), pero el que una niña monte una bicicleta no es algo bien visto por la sociedad saudí, por lo que su madre (Reem Abdullah) se rehusa firmemente a comprarle una. Wadjda no comprende porque una niña no podría tener una bicicleta, por lo que comienza a planear la forma de conseguir el dinero para comprarla ella misma. Así, Wadjda comienza a vender lo que pueda y a realizar diversos negocios en su escuela para cumplir su objetivo. Mientras tanto, la madre de Wadjda se encuentra preocupada por la posibilidad de que su esposo (Sultan Al Assaf) decida tomar una segunda esposa, pues el deseo de su marido es tener un hijo varón. Tanto Wadjda como su madre se encuentran atrapadas por reglas que no les permiten ser felices, pero la emprendedora niña no se dará por vencida.

Escrita y dirigida por Haifaa Al-Mansour, "Wadjda" (conocida en español como "La Bicicleta Verde") es en esencia una historia sencilla sobre una niña y su sueño. Pero en esa sencillez radica un fuerte testimonio sobre la desigualdad de género en Arabia Saudita. Tomando como punto de partida la lucha de Wadjda por conseguir su objetivo, Haifaa Al-Mansour hace un retrato muy crítico de la vida de las mujeres de Arabia Saudita. Y sin embargo, no lo hace en forma panfletaria, sino con la sutileza más absoluta. En "Wadjda", Al-Mansour no necesita ser incendiaria ó agresiva en su mensaje, pues la honestidad brutal de su premisa habla por sí misma. La pequeña rebelión de Wadjda resuena con fuerza en actos en apariencia triviales como usar tenis ó escuchar música pop occidental, pero que se vuelven simbólicos a medida que Al-Mansour retrata lo que realmente significan en el contexto de la sociedad saudí. Pero a pesar de lo fuerte del tema, Haifaa Al-Mansour nunca pierde ese humor que impregna a la trama y la hace irresistiblemente cautivadora.

En la realización, Haifaa Al-Mansour mantiene la sencillez y la simpleza de la historia en su puesta en cámara. Ciertamente, Al-Mansour sabe que la fuerza de la película está en su historia, por lo que evita cualquier exceso estilístico y concentra su atención en lo que realmente importa: los personajes y su relación con su entorno. En escenas sencillas, pero muy significativas, Al-Mansour describe la compleja y contradictoria vida de la mujer saudí con un fuerte realismo. A través de la cámara del alemán Lutz Reitemeier, la directora Haifaa Al-Mansour se adentra al cerrado mundo femenino saudí, pero más que juzgarlo ó condenarlo, cuestiona sus reglas y sus límites. Como Wadjda, busca una explicación para el hecho de que las mismas mujeres sean quienes refuerzan la desigualdad, y para hacerlo, Al-Mansour se apoya en un estilo marcadamente realista. Aunque como se mencionó anteriormente, hay en "Wadjda" un marcado sentido del humor que da a la cinta un encanto muy particular, pues Al-Mansour nunca busca victimizar a su heroína, al contrario, Wadjda es sin duda una triunfadora.

Sin duda "Wadjda" es una cinta con muchas sorpresas, pero la mayor es la joven actriz Waad Mohammed, quien en el papel principal hace un trabajo simplemente maravilloso. Con su gran talento y carisma natural, Waad Mohammed se convierte en una heroína cuya lucha se vuelve un símbolo de lo que enfrentan las mujeres de su país. La clave de todo es la naturalidad de Waad Mohammed al interpretar a Wadjda, ya que toma al personaje creado por Al-Mansour y lo vuelve universal. De igual calidad es el trabajo por parte del elenco femenino adulto de "Wadjda". Por una parte, Reem Abdullah, quien interpreta a la madre de Wadjda, construye un personaje de gran complejidad, pues mientras que por un lado es víctima de la desigualdad de derechos, por otro está en contra de que Wadjda logre su sueño de tener una bicicleta por considerarlo algo "no propio de una niña". En condiciones similares se encuentra la maestra de Wadjda, la señorita Hussa. La actriz Ahd, brinda un trabajo impecable, con el mérito de evitar convertir a su personaje en una caricatura más de la autoridad.

Dado el contexto político y social en que "Wadjda" fue realizada, pareciera que su importancia como objeto histórico fuera mayor que el valor de sus logros artísticos. Sin embargo, la maestría que muestra la realizadora Haifaa Al-Mansour resulta en un trabajo impecable y de gran belleza que brilla por mérito propio. Lo extraordinario de "Wadjda" es que tomando un tópico universal (el deseo de un niño por una bicicleta), se adentra de lleno a explorar el tema de la desigualdad de género en Arabia Saudita, sin tapujos ni concesiones de ningún tipo, pero también sin llegar a ser sermoneador. Esto último es una gran lección de cine por parte de Al-Mansour, pues nunca olvida que a pesar del importante mensaje que desea transmitir, "Wadjda" no deja de ser la historia de una niña y su bicicleta. Esto no quiere decir que se trivialice el problema, al contrario, a través de los ojos de Wadjda se puede apreciar mejor la magnitud del mismo. Y esto porque como se ha hecho desde tiempos antiguos, las lecciones y las ideas se transmiten mejor de la mano de una historia entretenida.

El realizador francés Abel Gance escribió que no eran las imágenes las que hacían un filme, sino el alma de dichas imágenes. Esta es la mejor manera de describir el largometraje debut de Haifaa Al-Mansour, pues aunque en apariencia su filme es una obra sencilla y bien realizada, hay una gran alma en todas y cada una de las imágenes que le dan forma. Un gran corazón hace de la película una obra inolvidable. Alegre, ingeniosa y llena de un humor deliciosamente subversivo, "Wadjda" es una pequeña gran muestra de rebelión que expone una realidad injusta en la que viven muchas mujeres saudíes. Y sin embargo, a pesar del gran valor de su mensaje, "Wadjda" no es sólo es una película importante dentro de la historia del cine saudí, es una gran película en toda la extensión de la palabra.

9/10
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24 de junio de 2014

El Jorobado (1943)

Durante el siglo XIX, la publicación de novelas en forma seriada, ya sea en periódicos ó en revistas, se volvió una manera muy popular para que un escritor se ganara la vida. Autores de la talla de Charles Dickens, Wilkie Collins e incluso Leo Tolstoy llegaron a publicar sus trabajos de esta manera. En Francia, la novela seriada tuvo su mayor apogeo con las historias de capa y espada, y los amos indiscutibles del género fueron Alexandre Dumas y Eugene Sue. Siguiéndoles los pasos a estos grandes se encontraba Paul Féval, un abogado bretón que con el deseo de tener un éxito literario, publico en forma seriada la novela "Les Mystères de Londres" en 1844. Así comenzaría una carrera que en la literatura popular que tendría su más grande éxito en 1857 con "Le Bossu", en español "El Jorobado". Clásica del género de capa y espada, "El Jorobado" se volvería la obra de Féval más adaptada al cine, y una de las más interesantes se produciría en México en 1943, teniendo en el rol protagónico nada más y nada menos que a Jorge Negrete.

"El Jorobado" comienza con la reunión de un grupo de siete maestros de esgrima en una pequeña taberna. A la reunión llega de improviso Enrique de Lagardère (Jorge Negrete), joven espadachín a quien los maestros reunidos consideran como el mejor duelista en Francia. Lagardère se dirige a enfrentarse nuevamente contra el noble Felipe de Nevers (Alfonso Corona Blake), hábil espadachín quien ha sido el único capaz de vencerlo gracias a una estocada secreta. Sin embargo, en la taberna Lagardère se entera de que el grupo ha sido contratado para asesinar mismo Nevers. Ofendido por la conspiración, Lagardère olvidar el duelo con Nevers y avisarle del plan para asesinarlo. Desafortunadamente, el grupo de espadachines es demasiado para dos hombres, y Nevers cae herido de muerte. Agonizante, Nevers pide a Lagardère que vengue su muerte y cuide de su hija. Lagardère huye de Francia con la hija de Nevers, desapareciendo por años. La llegada de un extraño jorobado a la corte francesa marcará el comienzo de la venganza del exiliado Enrique de Lagardère.

Producida por el ruso Óscar Dancigers y dirigida por el español Jaime Salvador, "El Jorobado" fue la primera cinta que ambos realizaron en México, donde tendrían fructíferas carreras. Adaptada por ambos cineastas, la historia sigue fielmente la trama principal de la novela de Féval, concentrándose totalmente en la venganza de Lagardère contra los asesinos de Nevers. Ciertamente, los guionistas simplifican mucho de la novela y omiten numerosas subtramas que jugaban en la obra de Féval, sin embargo, es bastante afortunado el como Dancigers y Salvador hilan la historia en forma sencilla y económica sin sacrificar la coherencia o el entretenimiento. De hecho, esto último es tal vez lo más logrado de la adaptación que se hace de "Le Bossu", pues se mantiene el tono de intriga y aventura de la novela. Existen cambios notables, siendo el más obvio el que el jorobado Esopo no sea secretario, sino cantante (sacando provecho de las habilidades de Jorge Negrete), pero en general funcionan al mantener el espíritu romántico que hizo a la novela un clásico.

Algo bastante notable de "El Jorobado" (que en otras latitudes tuvo el nombre de "La estocada de Lagardère") es la calidad de la producción con que fue realizada. El director Jaime Salvador da vida a la Francia de la Regencia con un notable aprovechamiento de recursos. Con el apoyo indispensable del fotógrafo Alex Phillips y sobretodo del diseñador de producción Jorge Fernández, Salvador crea una película de época de gran calidad que luce visualmente maravillosa a pesar de sus obvias limitaciones. El talento de Jaime Salvador es precisamente el estar consciente de sus propios limites para sacar el máximo provecho a sus fortalezas. Como en el guión, la sencillez de la realización es lo que vuelve efectiva a "El Jorobado", pues al concentrar su atención en sus personajes Salvador logra encontrar lo épico en lo íntimo. Gran ventaja es que el elenco con el que se cuenta sea de gran calidad, pues aunque ciertamente no son grandes maestros de la espada (Salvador logra cubrir muy bien estas deficiencias), sí lo son del escenario.

Al frente del elenco, Jorge Negrete toma el papel doble del legendario Enrique de Lagardère y el jorobado Esopo. Tan gallardo es el primero como sagaz el segundo, y Negrete logra hacer de ambos algo más que meras caracterizaciones: realmente se aprecia un esfuerzo por parte de Negrete por salir del estereotipo de galán en el que había caído en aquella época y realizar algo que realmente significara un reto. Como Esopo, Negrete se vuelve irreconocible, fascinante, demostrando que había más en él que su clásico "charro cantor". Si bien la interpretación de Negrete en el rol principal es probablemente lo mejor de la cinta, los demás miembros del elenco no desmerecen. Como Felipe de Gonzaga, el actor Ernesto Alonso crea uno de sus personajes mejor logrados, pues aunque es en esencia un villano muy tradicional del cine de aventuras, Alonso le crea una personalidad muy particular. Lo mismo hace Andrés Soler como el peligroso Peyrolles, aunque como se mencionó anteriormente, su habilidad con el arma deja mucho que desear.

Desafortunadamente, no todo el elenco es de la misma calidad, y esto se refleja en Gloria Marín, quien en el importante papel de Aurora de Nevers, no logra estar a la altura de la situación y hace una pobre interpretación que termina ensombrecida por sus co-estelares. Sin embargo, no todo se podría achacar a Marín, pues aunque el rol de Aurora de Nevers es vital en la trama, en la versión de Dancigers y Salvador queda un tanto reducida. Lo mismo ocurre con la viuda de Nevers (interpretada con gran talento por Adriana Lamar), personaje de gran complejidad en la novela que se ve fuertemente reducido en esta adaptación. Quizás lo más criticable a esta versión de "Le Bossu" es que los combates de espadas, tan importantes en la trama de la novela, son pobremente llevados a la pantalla por Jaime Salvador. Los duelos y la famosa "estocada de Nevers" no se pueden apreciar en su totalidad dadas las limitaciones del elenco en cuestiones de esgrima. Como se mencionó anteriormente, los realizadores optaron por excelentes actores, aunque fueran malos espadachines.

Pero si bien las escenas de esgrima no son lo más destacable de la película, es muy notable como Jame Salvador logra capturar la atmósfera de la novela de Féval casi a la perfección: "El Jorobado" es sencilla, divertida e incluso emocionante. Todo lo que una novela seriada (o "de folletín") debería ser. Como película de época, ubicada en Francia y además de género de capa y espada, "El Jorobado" un caso raro (aunque no es el único) dentro de la filmografía mexicana. Ciertamente sería muy interesante que el cine mexicano moderno tomara más riesgos como este de vez en cuando. A final de cuentas, y a pesar de sus problemas, "El Jorobado" es una excelente película que demuestra que detrás del "charro cantor", el legendario Jorge Negrete, había también un actor de enorme talento.

7/10
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22 de junio de 2014

El Compadre Mendoza (1934)

Los filmes que el director Fernando De Fuentes realizara sobre la Revolución Mexicana son reconocidos actualmente como indudables clásicos del cine mexicano, y no sin razón, pues no sólo representaron un gran salto en el nivel técnico y artístico en aquellos primeros años del cine sonoro, sino que también contienen una valiente crítica de la habitualmente idealizada Revolución Mexicana. "El Compadre Mendoza", segunda de las tres cintas denominadas posteriormente como una "trilogía" (aunque sólo comparten temática e ideología), es una de las películas en las que De Fuentes mejor emplea un género determinado (el melodrama costumbrista) para exponer sus ideas al respecto de los efectos que trajo la guerra civil revolucionaria a la sociedad mexicana. Sin embargo, cabe destacar que esta cinta no hubiera sido posible sin el gran éxito económico de su filme anterior, "La Calandria" (basada en la novela de Rafael Delgado), comenzando la difícil relación entre De Fuentes y los resultados de taquilla.

"El Compadre Mendoza" es la historia de Rosalío Mendoza (Alfredo del Diestro), dueño de una hacienda que ha logrado sostenerse durante la guerra civil gracias a que hace favores a ambos bandos del conflicto. Ayudando tanto a las fuerzas Federales como a los revolucionarios, Rosalío se vuelve amigo personal de los generales de ambos grupos. Sin embargo, esta situación se complica luego de que el general revolucionario Felipe Nieto (Antonio R. Frausto) salve la vida de Rosalío Mendoza el día de su boda, dejándolo con una deuda de honor más grande que la amistad. A partir de entonces, el general Nieto se vuelve una visita regular en casa de Rosalío y su esposa Lolita (Carmen Guerrero), y un amigo tan cercano de la pareja que ambos piden a Nieto que sea el padrino de su hijo recién nacido, sellando su amistad al volverse compadres. Sin embargo, la amistad de ambos hombres será puesta a prueba cuando los amigos de Rosalío en el bando Federal descubren que su mayor enemigo, el general Nieto, es compadre de Rosalío.

La película es una de las primeras participaciones en la industria de dos importantes guionistas que se volverían leyendas posteriormente: Juan Bustillo Oro y Mauricio Magdaleno. "El Compadre Mendoza" era originalmente una historia corta escrita por Magdaleno que sería adaptada al teatro por Bustillo Oro. De Fuentes descubrió la historia y convenció a ambos autores de que sería mejor hacerla película en vez de teatro. Lo interesante de la historia es que a pesar de tratar de la guerra, el enfoque está en el drama de los civiles que quedan atrapados en medio del conflicto, y la dificultad para mantener amistades cuando la lealtad queda comprometida por la guerra. Se podría decir que la trama es un tanto predecible en la medida de que sigue el clásico patrón de la tragedia, sin embargo, la excelente forma en que los guionistas construyen la historia (no sin un toque de ironía respecto a la guerra) y el fascinante desarrollo de las complejas personalidades de los personajes transforman un melodrama convencional en una interesante tragedia llena de tensión.

Juan Bustillo Oro no sólo tuvo a su cargo el guión, sino que también compartió el puesto de director con Fernando De Fuentes, haciendo su debut en el cine sonoro (anteriormente sólo había dirigido "Yo soy tu padre" en la época silente). Esta colaboración parece haber sido una gran influencia para ambas partes, pues la experiencia en teatro de Bustillo Oro resultó en una mejora notable en la dirección de actores por parte de De Fuentes. De la misma forma, los conocimientos de lenguaje y la habilidad en el montaje de Fernando De Fuentes sería de gran influencia en los posteriores trabajos de Bustillo Oro como director. "El Compadre Mendoza" es fruto de esta combinación de talentos, pues mezcla perfectamente un fuerte estilo visual sin descuidar el respeto por la trama y los actores que la interpretan, manteniendo un equilibrio entre ambos elementos sin que uno haga sombra al otro. El manejo del suspenso a medida que la trama se complica es brillante, pero fuera de la técnica, lo que sobresale es que los directores manejan un tono extraordinariamente sutil, lejos del sentimentalismo.

Dado que la cinta se fundamente en las relaciones entre personajes, las actuaciones de los personajes son de vital importancia, por lo que es afortunado que los directores hayan sacado lo mejor de un elenco bastante talentoso. Una vez más, el actor chileno Alfredo del Diestro se encuentra al frente como Rosalío Mendoza, realizando el trabajo de su vida como el atormentado hombre atrapado entre los dos bandos. Su decisión, entre la seguridad de su familia y la lealtad a su idealista amigo, es casi una alegoría de la actitud de la sociedad en la gesta revolucionaria. Como el general Nieto, Antonio R. Frausto logra una interpretación bastante efectiva, particularmente en lo tocante a la relación que se va formando con su comadre, interpretada por Carmen Guerrero. Con una actuación sutil y contenida, ambos actores crean momentos de gran inspiración. De hecho, a pesar de tener frente a sí a dos talentoso actores, Guerrero evita ser eclipsada y sale avance haciendo un gran trabajo como la esposa de Mendoza.

De entre los filmes de la llamada "Trilogía de la Revolución" realizados por De Fuentes, esta cinta es probablemente la más compleja en cuestión temática, pues a diferencia de las otras dos, trata no de alguno de los bandos ("El prisionero trece" sobre los federales, "¡Vámonos con Pancho Villa!" sobre los revolucionarios), sino de los civiles que han quedado atrapados en medio del conflicto. Como en las otras cintas del ciclo, la dura crítica a la revolución está presente, está vez bajo la forma de una clase media corrompida por el fantasma de la guerra, y que buscando su supervivencia es capas de olvidarlo todo, incluso algo tan valioso como la amistad. Sin embargo, aunque por su estructura pareciera que la cinta enfrasca un tema en exceso moralista, De Fuentes evita con sabiduría el maniqueísmo y la cursilería típicas y opta por una sutileza que resulta más apropiada. La manera en la que De Fuentes trata el amor imposible entere el revolucionario y su comadre, es tan sólo un ejemplo de como el director logra que en "El Compadre Mendoza", los silencios hablen más que los balazos.

Considerada por la crítica como una de las mejores películas realizadas por Fernando De Fuentes en su carrera, "El Compadre Mendoza" cumple las expectativas y prueba ser realmente merecedora del título de "Clásico" del cine mexicano. Junto con "¡Vámonos con Pancho Villa!", esta película es tal vez el trabajo más personal de Fernando De Fuentes, y uno de los retratos más crudos de la destrucción moral que, como en todas las guerras, también formo parte del conflicto armado de la Revolución Mexicana. Verdadera obra maestra que permite apreciar los mejores trabajos de los actores Alfredo del Diestro y Antonio R. Frausto, la cinta es un gran avance en el desarrollo del cine mexicano de su época. Finalmente, con "El Compadre Mendoza", los directores Fernando De Fuentes y Juan Bustillo Oro se consagraron como los máximos realizadores de aquella primera etapa del cine mexicano sonoro.

9/10
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17 de junio de 2014

El Tigre de Yautepec (1933)

A mediados del siglo XIX, México se encontraba en un estado de guerra civil, al enfrentarse abiertamente los partidos liberales y conservadores en una lucha por el poder que culminaría en la Guerra de los Tres Años, o Guerra de Reforma. Ante este panorama, el país vivía en una gran inseguridad y no era raro que los caminos estuvieran asolados por grupos de bandidos prestos a atacar a cualquier viajero. Esta es la época en la que se desarrolla "El Tigre de Yautepec", cuarta película de realizador Fernando de Fuentes quien, tras haber realizado el crudo drama bélico "El Prisionero Trece" y la adaptación de la novela costumbrista de Rafael Delgado "La Calandria", optaba por dirigir una película de aventuras un poco más ligera, con reminiscencias del cine norteamericano que conociera al vivir en Estados Unidos en su juventud. Pero aunque en apariencia ligera, "El Tigre de Yautepec" es una cinta que mantiene el tono y temática que definiría la primera etapa de De Fuentes, elevándola de ser un melodrama rural a convertirse en una excelente historia de aventuras.

La historia comienza con el ataque de la banda de El Coyote (Enrique Cantalaúba) a la población de Yautepec, en el estado de Morelos. Los bandoleros arrasan con el pueblo, y se llevan con ellos al pequeño Pepito, quien es dado por muerto por los habitantes del pueblo. Veinte años después, Yautepec se enfrenta a una nueva amenaza en la forma de "Los Plateados", una nueva banda de asaltantes que se ha adueñado de la región. El líder de los Plateados, Julio "El Tigre" (Pepe Ortíz), es un bandolero fiero y decidido que hace frente a los esfuerzos de Doña Lupita (Adria Delhort) por capturarlo. Doña Lupita, madre del desaparecido Pepito, se ha convertido en una influyente líder local cuyo único deseo es la desaparición de todos los bandidos. Doña Lupita desea que su hija Dolores (Lupita Gallardo) se case con el joven Andrés (Joaquín Busquets), pero en realidad ella está enamorada de Julio, sin saber que es el temido líder de los Plateados. Doña Lupita organiza la captura del Tigre, pero el joven bandolero tiene un secreto.

Escrita por Jorge Pezet y el mismo director Fernando De Fuentes, "El Tigre de Yautepec" retoma con éxito las figuras clásicas del western norteamericano y las transplanta al México del siglo XIX, convirtiendo al pistolero del salvaje oeste en un bandolero del valle de México. Como en un buen western, el tema de la dualidad entre lo civilizado y lo salvaje está a flor de piel, con el Tigre como personaje atrapado entre ambos mundos. Por un lado, ha crecido entre bandoleros y los considera su familia, por el otro, está enamorado de Dolores y desea formar una vida con ella. En lo que se diferencia de los westerns tradicionales es en la forma en que se hace de El Tigre un antihéroe, pues a pesar de ser un criminal despiadado que tortura y mata sin temor, nunca deja de ser el protagonista de la historia, y es en suma un personaje más simpático que Andrés, el dedicado (y aburrido) hombre de bien con el que Doña Lupita desea casar a su hija. Aunque el secreto de la identidad del Tigre nunca es realmente un misterio, sí le agrega un toque de morbo a la relación que mantiene con Dolores.

Si bien la película es una historia ligera de aventuras, hay elementos muy destacables en cuanto a la dirección de Fernando De Fuentes. El más importante es sin duda la extraordinaria secuencia del ataque de la banda de El Coyote al pueblo de Yautepec, lograda espectacularmente gracias a un hábil manejo del montaje y un brillante trabajo de fotografía por parte del canadiense Alex Phillips. De Fuentes logra construir una secuencia de gran escala que es a la vez dinámica en su ritmo y fascinante en su composición. De Fuentes perfeccionaría este tipo de escenas en los combates de su clásica "Vámonos con Pancho Villa!". Dejando de lado las trepidantes escenas puramente de acción, "El Tigre de Yautepec" se vuelve un melodrama un poco más convencional, aunque se agradece la ambigüedad con la que De Fuentes maneja las intenciones de El Tigre. Su calidad de antihéroe le da a la cinta una complejidad inesperada en una película en apariencia tan ligera, y De Fuentes logra hacer de su Tigre un protagonista realmente carismático.

En el papel principal de "El Tigre de Yautepec" se encuentra el torero Pepe Ortíz, quien lamentablemente hace un trabajo regular como el bandido del título. Ciertamente, los talentos de Ortíz se encontraban en un terreno muy diferente al de la actuación (su carrera en cine fue corta), pues aunque De Fuentes desarrolla un interesante personaje para él, es poco lo que logra aprovechar. No es que Ortíz haya sido muy malo, sólo que su mediocre trabajo se opaca frente al de sus co-estelares, particularmente Antonio R. Frausto, colaborador habitual de De Fuentes quien en la cinta interpreta a El Rayado, segundo al mando de la banda de los Plateados. Sin duda, Frausto hubiera sido un mejor candidato para interpretar al Tigre. En forma similar a Ortíz, Lupita Gallardo hace un trabajo de mediana calidad como Dolores, y en contraste, Adria Delhort hace de Doña Lupita un personaje complejo, torturada por la desaparición de su pequeño hijo Pepito. En resumen, se puede decir que "El Tigre de Yautepec" tiene unos protagonistas mediocres, apoyados por excelentes actores secundarios.

En general "El Tigre de Yautepec" es una película muy entretenida, que no pretende ser nada más que una historia de aventuras al estilo norteamericano. Y sin embargo, hay detalles, casi chispazos del talento de De Fuentes esparcidos a lo largo de la película que hablan de un cineasta que estaba buscando un estilo propio. Más allá de la ya mencionada secuencia del ataque a Yautepec (que sin duda es un gran logro de técnica y lenguaje), existen momentos donde De Fuentes busca agregar un poco más de complejidad a sus personajes. Por un lado, las dudas del Tigre acerca de su modus vivendi cuando su amor por Dolores le tienta con retirarse a una vida más calmada. Por el otro, el deseo de venganza de Doña Lupita, deseosa de exterminar brutalmente a los bandidos que se han llevado a su hijo. Sin mencionar el incestuoso amor entre los protagonistas, que De Fuentes lleva al límite de lo permitido por la moral de su época. Lamentablemente esto significa que "El Tigre de Yautepec", tras un comienzo explosivo termine convertido en melodrama tradicional.

Aunque mucho menos conocida que las famosas obras de De Fuentes ("Doña Bárbara", "Allá en el Rancho Grande" y por supuesto, la "Trilogía de la Revolución"), esta película es un vistazo interesante al desarrollo del primer gran realizador del cine sonoro mexicano. Ciertamente, está lejos del nivel de las obras maestras ya mencionadas, pero no deja de ser una cinta llena de emoción y aventura al más puro estilo de las novelas de folletín (sin duda hay mucho de la novela "Los Bandidos de Río Frío" de Manuel Payno en la atmósfera de la película), que además trata sobre una época de la historia de México que ha sido poco retratada por el cine. Vale la pena rescatar del olvido a esta pequeña gema de los principios del cine mexicano.

7/10
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El Prisionero Trece (1933)

Una de las figuras más importantes e influyentes en aquellos primeros años del cine sonoro, el director Fernando De Fuentes, comenzó su carrera en la industria fílmica con el trabajo de subtitular las películas extranjeras para una cadena de cines, sacando provecho de su conocimiento del idioma inglés. Aunque el haber estudiado en los Estados Unidos le ofrecía buenas oportunidades laborales en los años posteriores a la Revolución Mexicana, De Fuentes decidió probar suerte en la naciente industria cinematográfica, que comenzaba a desarrollarse tras el advenimiento del cine sonoro. El primer trabajo de De Fuentes sería como director asistente en el primer filme sonoro, "Santa" en 1931. Tan sólo un año después De Fuentes ya se encontraría realizando su debut como director con "El Anónimo", un melodrama (actualmente desaparecido) que tuvo poco éxito en su estreno. Sin embargo, su segunda película, "El Prisionero Trece" sería la que comenzaría a mostrar la magnitud de su naciente talento, iniciando el ciclo que hoy es conocido como "La Trilogía de la Revolución".

En "El Prisionero Trece", Alfredo Del Diestro interpreta a Julián Carrasco, un soldado cuyo alcoholismo ha transformado en un hombre violento e impulsivo. Nada deseosa de seguir viviendo de esa manera, su esposa Marta (Adela Sequeyro) lo abandona llevándose consigo a su único hijo. Los años pasan, comienza la Revolución Mexicana, y Carrasco es ahora un coronel a cargo de arrestar sospechosos de ser revolucionarios. Una noche, sus tropas logran capturar a 13 miembros de la revolución, por lo que el gobernador ordena su ejecución. Sin embargo, uno de los trece pertenece a una familia acomodada, que se ha acercado a Carrasco para pedir su libertad a cambio de una buena suma de dinero. Aunque Carrasco lo duda en principio, su amigo Zertuche (Luis G. Barreiro) lo convence de que acepte la oferta. Dado que debe mandar a trece hombres al paredón, Carrasco ordena que se capture a alguien parecido para ejecutarlo en lugar del joven liberado. La sorpresa de Carrasco será mayúscula pues el joven capturado para reemplazar al prisionero trece no es otro sino su hijo Juan (Arturo Campoamor).

"El Prisionero Trece" es una película escrita por el mismo Fernando De Fuentes en colaboración con Miguel Ruiz, aunque a juzgar por los trabajos posteriores de ambos se podría afirmar que De Fuentes era la fuerza detrás del guión, ya que explora temas que se ahondarían en las siguiente películas del ciclo de la Revolución. La trama de la cinta se desarrolla como una tragedia griega, con cada uno de los eventos de la historia avanzando hacía el aciago castigo del protagonista, castigo que se origina en el vicio de carácter con el que carga. Aunque la trama es en esencia un drama sobre los pecados del pasado regresando a atormentar a un personaje, De Fuentes usa la historia para expresar sus ideas respecto a las acciones del gobierno durante la revolución (al haber crecido en el extranjero, De Fuentes tenía una perspectiva un poco "externa" al respecto), retratando en forma realista los miedos y la paranoia de la población urbana en los años de la guerra, así como la fragilidad de la moralidad en circunstancias extrema, como lo es la guerra civil.

Como muchos otros directores mexicanos de la década de los 30s, la mayor influencia que recibió De Fuentes fue sin duda la del trabajo del cineasta soviético Sergei M. Eisenstein, quien comenzó a visitar México en 1930. Sin embargo, De Fuentes también tenía consigo una gran influencia del estilo industrial norteamericano gracias a su trabajo subtitulando películas, por lo que su cine muestra un estilo producto de la mezcla de ambas escuelas. En "El Prisionero Trece" destaca la forma en que De Fuentes emplea el montaje para generar emociones, asó como una fluida puesta de cámara que ya se aleja del estático estilo de principios de la época sonora. De Fuentes hace gran uso del trabajo del fotógrafo Ross Fisher (otra figura importante del cine mexicano) para contar su historia con un estilo naturalista, adecuado para exaltar el realismo de la trama. De Fuentes parece comprender a la perfección que el cine sonoro significa más que sólo escuchar diálogos, pues hay en "El Prisionero Trece" un uso creativo del sonido para construir suspenso y aumentar la atmósfera de la película.

El elenco es en general efectivo, con los dos actores principales haciendo actuaciones realmente excelentes. En el papel del coronel Julián Carrasco, el actor chileno Alfredo del Diestro demuestra un talento sorprendente que va más allá de imitar a la perfección el acento mexicano, pues su actuación es simplemente impactante y construye un personaje redondo, lejos de la caricatura del alcohólico violento (Del Diestro trabajaría nuevamente con De Fuentes en "El Compadre Mendoza", en el mejor papel de su vida). Igualmente bueno es el trabajo de Luis G. Barreiro como Zertuche, retratando con gran habilidad al malicioso personaje que cumple la función de ser el Mefistófeles de Carrasco en la trama. El resto del elenco es de buena calidad, con Adela Sequeyro (quien después se convertiría en directora) haciendo un excelente labor como la esposa de Carrasco y el colaborador usual de De Fuentes, Antonio R. Frausto, en un rol pequeño pero memorable como uno de los revolucionarios. El joven Arturo Campoamor es tal vez el punto débil del elenco, con su pobre trabajo como Juan.

Uno de los aspectos más notables de "El Prisionero Trece" (y de la "Trilogía de la Revolución" en general) es la dura crítica que hace de la guerra en general. Aunque después se volvió común el retratar a la Revolución Mexicana en una forma idealizada, los filmes de De Fuentes evitaban la idealización romántica y ofrecían una visión cruda y realista de un país en guerra. Esta postura le trajo problemas a De Fuentes pues el gobierno no estaba muy de acuerdo con la premisa de la cinta (mostrando a los revolucionarios ofreciendo dinero a sus enemigos a cambio de perdón) y demandó cambios al epílogo de la cinta. Este cambio final, abarata la historia y la convierte en un melodrama mucho más convencional e incluso predecible, ya que se disminuye el impacto del mismo con el fin de buscar un "final feliz". En otro asunto, un problema de la cinta (y de otras películas mexicanas de su tiempo), es el hecho de que muchos de los actores secundarios carecían de entrenamiento, por lo que sus actuaciones palidecen en comparación con los estelares.

Aunque con muchos problemas y una trama que peca de volverse excesivamente melodramática, "El Prisionero Trece" es un excelente filme para comenzar a descubrir los trabajos de la primera etapa del cine sonoro mexicano. Como primer parte del ciclo de filmes sobre la Revolución que realizaría De Fuentes, "El Prisionero Trece" muestra ya lo que caracterizará a los siguientes filmes de la trilogía: un estilo realista, una atmósfera cruda, y una exploración de la decadencia moral de los participantes de la guerra (sin importar el bando). La película no es sólo el primer gran trabajo de un cineasta legendario, sino también es en un interesante punto de vista sobre la Revolución Mexicana que pocos se atrevían (y aún hoy pocos se atreven) a presentar. Poderosa y brutal, "El Prisionero Trece" es una cinta difícil de olvidar, y era sólo el principio para la carrera de Fernando De Fuentes.

7/10
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16 de junio de 2014

El Top 100 del Cine Mexicano, de acuerdo a Somos

"Somos" fue una revista mexicana publicada por Editorial Televisa durante los años 90s, que pronto comenzó a interesarse por el cine mexicano, particularmente aquel de la llamada "Era de Oro" (no debería sorprender, pues Televisa es quien posee los derechos de muchos de los filmes de ese periodo). A través de sus páginas se fueron publicando ediciones especiales dedicadas a los iconos del cine mexicano, con interesante información al respecto y, sobre todo, extraordinarias fotografías de la época. Pedro Armendáriz, Dolores del Río, Pedro Infante e incluso el luchador Santo desfilaron por sus páginas acercando a toda una generación de lectores al cine de la "Era de Oro". En julio de 1994, "Somos" celebró su edición número 100 con una edición especial que tituló "Las 100 Mejores Películas del Cine Mexicano". La lista fue compilada por 25 expertos, incluyendo críticos como Jorge Ayala Blanco, historiadores como Eduardo de la Vega Alfaro, y miembros activos de la industria mexicana (como el mismísimo maestro Gabriel Figueroa).La revista se canceló a principios del siglo XXI, pero aquella lista sigue siendo una interesante compilación de clásicos, y un buen referente para ir descubriendo un poco más de la riqueza del cine mexicano.

Para la lista, la única regla válida era que la producción fuera al menos principalmente mexicana, lo que explica la exclusión de co-producciónes aclamadas como "Viridiana", que era principalmente una producción Española. Sin embargo, la lista tiende a olvidarse del cine independiente y se centra mayoritariamente en el cine de la llamada "Era de Oro" del cine mexicano. Ciertamente, esto obedece un poco a quienes se encontraban en el control editorial de la revista, pero de cualquier manera, esta lista es digna de reconocimiento, pues en su momento significó una primer guía para adentrarse al cine mexicano (cabe señalar que en 1994, el cine se encontraba en ese pequeño gran renacimiento que fue el llamado "Nuevo Cine Mexicano"). Por supuesto, han pasado ya varias décadas desde ese ya lejano 1994, por lo que la pregunta sería: ¿Qué películas recientes aparecerían en una lista de semejantes características?

Ahora, sin más preámbulos, la lista de las 100 mejores películas del cine mexicano, de acuerdo a la revista "Somos" (el año listado es de producción, no de estreno):

1. "Vámonos con Pancho Villa" (1935, Fernando de Fuentes)
2. "Los olvidados" (1950, Luis Buñuel)
3. "El compadre Mendoza" (1933, Fernando de Fuentes y Juan Bustillo Oro)
4. "Aventurera" (1949, Alberto Gout)
5. "Una familia de tantas" (1948, Alejandro Galindo)
6. "Nazarín" (1958, Luis Buñuel)
7. "Él" (1952, Luis Buñuel)
8. "La mujer del puerto" (1933, Arcady Boytler)
9. "El lugar sin límites" (1977, Arturo Ripstein)
10. "Ahí está el detalle" (1940, Juan Bustillo Oro)
11. "Campeón sin corona" (1945, Alejandro Galindo)
12. "Enamorada" (1946, Emilio Fernández)
13. "Pueblerina" (1948, Emilio Fernández)
14. "Canoa" (1975, Felipe Cazals)
15. "Los hermanos Del Hierro" (1961, Ismael Rodríguez)
16. "El ángel exterminador" (1962, Luis Buñuel)
17. "Cadena perpetua" (1978, Arturo Ripstein)
18. "El rey del barrio" (1949, Gilberto Martínez Solares)
19. "El esqueleto de la señora Morales" (1959, Rogelio A. González)
20. "Víctimas del pecado" (1950, Emilio Fernández)
21. "Tiburoneros" (1962, Luis Alcoriza)
22. "Distinto amanecer" (1943, Julio Bracho)
23. "Río Escondido" (1947, Emilio Fernández)
24. "La oveja negra" (1949, Ismael Rodríguez)
25. "La otra" (1946, Roberto Gavaldón)
26. "Reed, México insurgente" (1970, Paul Leduc)
27. "Nosotros los pobres" (1947, Ismael Rodríguez)
28. "Salón México" (1948, Emilio Fernández)
29. "Doña Perfecta" (1950, Alejandro Galindo)
30. "Flor silvestre" (1943, Emilio Fernández)
31. "La pasión según Berenice" (1975, Jaime Humberto Hermosillo)
32. "La sombra del caudillo" (1960, Julio Bracho)
33. "Calabacitas tiernas (¡Ay qué bonitas piernas!)" (1948, Gilberto Martínez Solares)
34. "Dos tipos de cuidado" (1952, Ismael Rodríguez)
35. "El vampiro" (1957, Fernando Méndez)
36. "La barraca" (1944, Roberto Gavaldón)
37. "María Candelaria (Xochimilco)" (1943, Emilio Fernández)
38. "El suavecito" (1950, Fernando Méndez)
39. "La diosa arrodillada" (1947, Roberto Gavaldón)
40. "Los confines" (1987, Mitl Valdez)
41. "El gallo de oro" (1964, Roberto Gavaldón)
42. "El Topo" (1969, Alexandro Jodorowsky)
43. "Sensualidad" (1950, Alberto Gout)
44. "El grito" (1968, Leobardo López Aretche)
45. "Danzón" (1991, María Novaro)
46. "Susana (Carne y demonio)" (1950, Luis Buñuel)
47. "Ensayo de un crimen" (1955, Luis Buñuel)
48. "Tlayucan" (1961, Luis Alcoriza)
49. "Ladrón de cadáveres" (1956, Fernando Méndez)
50. "Frida, naturaleza viva" (1983, Paul Leduc)
51. "Los tres huastecos" (1948, Ismael Rodríguez)
52. "El bulto" (1991, Gabriel Retes)
53. "María de mi corazón" (1979, Jaime Humberto Hermosillo)
54. "La noche avanza" (1951, Roberto Gavaldón)
55. "A. T. M. A toda máquina!" (1951, Ismael Rodríguez)
56. "Como agua para chocolate" (1992, Alfonso Arau)
57. "México de mis recuerdos" (1943, Juan Bustillo Oro)
58. "Los caifanes" (1966, Juan Ibáñez)
59. "Macario" (1959, Roberto Gavaldón)
60. "El apando" (1975, Felipe Cazals)
61. "Cabeza de Vaca" (1990, Nicolás Echevarría)
62. "Juego de mentiras" (1967, Archibaldo Burns)
63. "Rosauro Castro" (1950, Roberto Gavaldón)
64. "Esquina bajan...!" (1948, Alejandro Galindo)
65. "Doña Herlinda y su hijo" (1984, Jaime Humberto Hermosillo)
66. "Torero" (1956, Carlos Velo)
67. "Santa" (1931, Antonio Moreno)
68. "Gángsters contra charros" (1947, Juan Orol)
69. "La mujer de Benjamín" (1991, Carlos Carrera)
70. "En la palma de tu mano" (1950, Roberto Gavaldón)
71. "Matinée" (1976, Jaime Humberto Hermosillo)
72. "Amor a la vuelta de la esquina" (1985, Alberto Cortés)
73. "Doña Diabla" (1949, Tito Davison)
74. "Mecánica nacional" (1971, Luis Alcoriza)
75. "Doña Bárbara" (1943, Fernando de Fuentes)
76. "Los motivos de Luz" (1985, Felipe Cazals)
77. "Cronos" (1992, Guillermo del Toro)
78. "Ángel de fuego" (1991, Dana Rotberg)
79. "Luponini (El terror de Chicago)" (1935, José Bohr)
80. "La perla" (1945, Emilio Fernández)
81. "Nocaut" (1983, José Luis García Agraz)
82. "Santa" (1943, Norman Foster y Alfredo Gómez de la Vega)
83. "Los tres García" (1946, Ismael Rodríguez)
84. "Águila o sol" (1937, Arcady Boytler)
85. "El baisano Jalil" (1942, Joaquín Pardavé y Roberto Gavaldón)
86. "Janitzio" (1934, Carlos Navarro)
87. "Sólo con tu pareja" (1991, Alfonso Cuarón)
88. "Viento negro" (1964, Servando González)
89. "Allá en el Rancho Grande" (1936, Fernando de Fuentes)
90. "Historia de un gran amor" (1942, Julio Bracho)
91. "Escuela de vagabundos" (1954, Rogelio A. González)
92. "La malquerida" (1949, Emilio Fernández)
93. "Las abandonadas" (1944, Emilio Fernández)
94. "Dos monjes" (1934, Juan Bustillo Oro)
95. "La ilusión viaja en tranvía" (1953, Luis Buñuel)
96. "La Cucaracha" (1958, Ismael Rodríguez)
97. "Espaldas mojadas" (1953, Alejandro Galindo)
98. "El automóvil gris" (1919, Enrique Rosas, Joaquín Coss y Juan Canals de Homs)
99. "Una carta de amor" (1943, Miguel Zacarías)
100. "Naufragio" (1977, Jaime Humberto Hermosillo) 

Gwoemul (2006)

A finales de la década de los 90s, el cine de Corea del Sur experimentó un interesante resurgimiento que apuntaba a una especie de segunda "Era Dorada", pues no sólo la producción de filmes en el país asiático había incrementado su número, sino que también comenzaba a llegar a audiencias internacionales gracias a la gran calidad de la técnica de esa generación de cineastas, así como la muy particular sensibilidad del estilo coreano. Por supuesto, el género de horror no estaba excepto a este renacimiento, y pronto el moderno cine de horror surcoreano vivió una marcada evolución al ir de un cine notablemente influenciado por el horror japonés de la época (particularmente las exitosas "Ringu" y "Ju-On") a uno con un estilo y personalidad propias, como demuestran filmes como "Janghwa, Hongryeon" ("Los poseídos"). La película "Gwoemul" del director Joon-ho Bong es una prueba más de esta evolución, pues toma como punto de partida el viejo subgénero del cine de monstruos y le da un giro realmente único.

"Gwoemul" (literalmente "Monstruo", pero conocido en México con el extraño título de "El Huésped") cuenta la historia de los Park, una familia disfuncional cuyos miembros se consideran fracasados. Park Gang-Du (Kang-ho Song) y su padre Hie-bong (Hie-bong Byeon) son los dueños de un pequeño puesto de comida cerca del río Han, con el que se mantienen así como a la pequeña hija de Gang-Du, Hyun-seo (Ah-sung Ko). Un día, un gran monstruo acuático emerge de las profundidades del río y comienza a atacar a la gente que se encuentra paseando en su rivera. Durante el ataque, Hyun-seo es capturada por el monstruo y llevada a las profundidades del río ante la mirada atónita de su padre Gang-Du, quien ha fallado en su intento de salvarla. En el funeral, los hermanos de Gand-Du, Nam-il (Hae-il Park) y Nam-Loo (Du-na Bae) llegan con la intención de confortar al devastado Gang-Du, pero pronto los rencores y los reclamos vuelven a surgir entre los hermanos. Sin embargo, Hyun-seo está viva y logra comunicarse con su familia por teléfono. Los hermanos Park deberán unirse para rescatarla.

Mezcla de cine de horror, ciencia ficción y humor negro, "Gwoemul" fue escrita por el director Joon-ho Bong en colaboración con Chul-Hyun Baek y Won-jun Ha, quienes imaginativamente reinventan el tan habitualmente menospreciado subgénero de los monstruos gigantes con resultados sorprendentes. Como han hecho los viejos clásicos del género ("King Kong", "Them!" y "Gojira" entre otros), "Gowemul" usa a su monstruo para explorar temas más profundos, más allá de las escenas de acción de la película. Uno de los principales es definitivamente la familia, pues la historia es básicamente sobre el intento de esta problemática familia por permanecer junta, limar asperezas y trabajar unidos para salvar a uno de sus miembros (que probablemente representa la inocencia de cada uno de ellos). El desarrollo de las relaciones entre personajes es excelente, y los guionistas logran volverlos personas reales y humanas, a pesar del contexto fantástico de la trama. Jugando con el horror y el humor negro, hay en "Gwoemul" una crítica no tan sutil a la incapacidad de los gobiernos para resolver problemas.

El director Joon-ho Bong logra construir su filme con gran habilidad, jugando cuidadosamente con los géneros sin caer en el sentimentalismo barato o en mera parodia de los mismos. Es realmente difícil transformar en comedia una historia trágica (sin mencionar que involucra un monstruo gigante), pero Joon-ho Bong logra maniobrar entre ambos con una sutileza que dota a "Gwoemul" de un corazón del que muchos filmes del género carecen. Sin embargo, lo que realmente hace brillar a "Gwoemul" es probablemente el hecho de Joon-ho Bong pareciera saber que aunque profunda y ambiciosa, si filme no deja de ser una película de monstruos, por lo que nunca intenta traicionar el género con falsas pretensiones artísticas o cinismo posmoderno (como sí le ocurre a "Monsters" de Gareth Edwards, por ejemplo). Con el bello trabajo de fotografía de Hyung-ku Kim y los excelentes efectos visuales de la empresa The Orphanage, el director Joon-ho Bog hace varias de las escenas de acción y horror más formidables de los últimos tiempos.

Sin embargo, el punto clave de "Gwoemul" es que no es todo sobre el monstruo, sino que es principalmente un estudio sobre la familia, por lo que el elenco es tan importante como los efectos especiales. Como Gang-Du, Kang-ho Song es excelente, retratando con gran talento la excesiva humanidad de un hombre ingenuo y hasta tonto, pero noble y cariñoso. El punto fuerte del elenco es definitivamente Hie-bong Byen, quien interpreta al patriarca de la familia Park con gran talento, dándole a su personaje un sentido de dignidad a la par de un gran carisma que lo vuelven el corazón del filme. Hae-il Park interpreta al hermano menor de Gang-Du, Nam-il, haciendo un buen trabajo como el insatisfecho joven incapaz tanto de conseguir un trabajo como de comprometerse de lleno con el activismo que predica. Como la hermana Nam-Joo, Du-na Bae brinda equilibrio al elenco, y aunque su rol (como el de Hae-il Park) no es tan grande, sí es en efecto importante para el total. Finalmente, Ah-sung Ko como la joven Hyun-seo hace la mejor actuación del film, después de la de Hie-bong Byen.

La verdadera dificultad de mezclar tantos géneros es que usualmente se pierde el enfoque de la historia que se está contando al balancear la comedia con el horror (no por nada hay tantas malas cintas que lo intentan). Afortunadamente, Joon-ho Bong logra salir avante en su intento y logra que la cinta funcione sin hacer muchos sacrificios (aunque bueno, alguno que otro hueco argumental se le escapa por ahí). Quizás pueda ser desconcertante en principio que "Gwoemul" mezcle con aplomo una temática tan oscura con un humor en ocasiones muy ligero, pero el resultado final es bastante notable en el sentido de que Joon-ho Bong logra crear una cinta de monstruos verdaderamente entrañable y con un gran corazón. Y la clave de esto es la forma en que se centra en el drama familiar que viven los personajes. "Gwoemul" logra el balance perfecto entre un drama familiar muy interesante entre sus personajes humanos, y una divertida y emocionante acción con sus monstruos, sin que lo primero haga sombra a lo segundo y viceversa.

Drama familiar, película de monstruos, e incluso un poco sátira social (con todo y una fuerte crítica a los Estados Unidos), "Gwoemul" pareciera sonar como una mezcla imposible, y sin embargo funciona. El equilibrio que logra Joon-ho Bong al orquestarlo es la clave de todo, y como se mencionó anteriormente, el resultado es una de las películas de monstruos más entretenidas de la época moderna, en un nivel incluso comparable al clásico "Gojira". Una bocanada de aire fresco para el género, y una prueba más de que el cine de horror surcoreano ha dejado atrás los intentos de copiar al horror japonés. Finalmente ha encontrado su identidad.

9/10
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Janghwa, Hongryeon (2003)

En 1999, la renovada industria fílmica surcoreana obtuvo su primer gran éxito internacional con "Swiri", una poderosa cinta de acción realizada por Je-kyu Kang que, tras convertirse en la película más taquillera en Corea del Sur en dicho año, atraería la atención del mundo a una nueva generación de cineastas surcoreanos. Durante la década siguiente, el cine de Corea del Sur continuaría este fuerte desarrollo, en un aparente renacimiento que ha resultado en la producción de una gran variedad de cintas de gran calidad que demuestran el talento y la técnica de los cineastas surcoreanos. Es precisamente durante este renacimiento en el que el horror surcoreano comenzó su desarrollo, pues tras haber recibido una fuerte influencia del horror japonés de finales de los 90s, ha ido generando una identidad nacional propia, evolucionando en un estilo propio, un toque surcoreano con su propios temas e idiosincracias muy particulares. El filme de Kim Jee-woon, "Janghwa Hongryeon" es un ejemplo perfecto de esto, y un filme que se une a "Swiri" y a "Oldboy" como obras clave del moderno cine surcoreano.

Conocida en México como "Los poseídos" (y en inglés como "A Tale of Two Sisters", aunque la traducción literal es "Flor Rosa, Loto Rojo"), "Janghwa, Hongryeon" es la historia de Soo-mi (Su-Jeong Lim) y Soo-Yeon (Geun-yeong Mun), dos hermanas adolescentes que viajan a la casa de campo de su familia para reunirse con su padre Bae Moo-Hyeon (Kap-Su Kim) después de haber pasado un tiempo en una institución mental recibiendo terapia tras la trágica muerte de su madre. Al llegar a casa, las jóvenes conocen a la nueva esposa de su padre, Eun-Joo (Jung-ah Yum), pero aunque ésta trata de tener una actitud amistosa y cordial con las chicas, es claro que siente un gran resentimiento contra las hijas de su nuevo esposo. Esto se refleja en su trato con Soo-Yeon, a quien comienza a torturar física y psicológicamente, aprovechando su timidez y debilidad. Esto sólo aumenta el odio que siente Soo-mi hacia su madrastra, decidiendo proteger a su hermana Soo-Yeon a como de lugar. Sin embargo, hay algo más en esa casa, algo que se acerca a Soo-mi a través de sus sueños.

Escrita por el director Kim Jee-woon, "Janghwa, Hongryeon" está inspirada en el famoso cuento tradicional coreano del mismo nombre, que narra el drama que viven dos hermanas y su malvada madrastra (y que ha sido llevado a la pantalla previamente por cineastas como Gae-myeong Hong entre otros). Sin embargo, la cinta no es una adaptación directa del cuento, pues Kim Jee-woon sólo toma esta premisa como base para hacer un estudio de personajes en el que se mezclan hábilmente el horror, el suspenso y el drama psicológico en una trama que ofrece más de lo usual en una cinta de horror. Al enfocarse en la compleja relación que tiene Soo-mi con su familia, Kim Jee-woon explora temas de resentimiento, angustia y culpa con gran sutileza y habilidad. La clave de esto es el detallado desarrollo de personajes que va construyendo Kim Jee-woon, pues es en la tensa atmósfera que se crea entre ellos donde se encuentra el verdadero horror y suspenso del filme. En la forma en que Kim Jee-woon hila el misterio de su historia se aprecia una sofisticación que hace de la cinta algo más que un cuento de fantasmas.

Empleando un estilo gótico de corte elegante y clásico, aunque adaptado a la época moderna en que se desarrolla la cinta, el director Kim Jee-woon da vida a su historia dotándola de una ominosa atmósfera de desolación que refleja las tensa relaciones entre los miembros de la familia Bae. Aunque la influencia del horror japonés es aún fuerte y obvia en algunas escena, en "Janghwa, Hongryeon" el director opta por enfocarse en los aspectos psicológicos de su historia para desarrollar un perversamente ambiguo y extremadamente sutil cuento de horror, más cerca en espíritu al clásico "The Innocents"de Jack Clayton que al "Ringu" de Hideo Nakata, pues Kim Jee-woon da una mayor importancia a las interacciones entre sus personajes que al shock que puedan generar los eventos sobrenaturales que ocurren en la casa. Considerando esto último, la calidad de la dirección de actores por parte de Kim Jee-woon se vuelve esencial para el éxito del filme y afortunadamente, este es un aspecto en el que "Janghwa, Hongryeon" que no decepciona.

Aunque "Janghwa, Hongryeon" sobresale por su estilizado diseño visual, no pasa desapercibido el gran talento de Kim para obtener de su elenco excelentes interpretaciones. Como Soo-mi, Su-Jeong Lim es realmente muy buena, mostrando gran naturalidad como la más fuerte de las hermanas Bae, determinada a proteger a su hermana. Como la frágil Soo-Yeon, Geun-Yeong Mun realiza un trabajo impresionante logrando retratar una timidez y debilidad que hacen un contraste perfecto con la naturaleza rebelde de su hermana. Sin embargo, y aunque ciertamente el trabajo de Mun es de gran calidad, el punto culminante es definitivamente la actuación de Jung-ah Yum como la madrastra Eun-Joo. Yum es simplemente fascinante y brinda una nueva dimensión a un personaje que fácilmente podría haber quedado en una mera caricatura de madrastra malvada. El trabajo de Yum hace de su personaje un ser mucho más humano, y quizás por eso, más aterrador. Aunque su rol es considerablemente pequeño, Kap-Su Kim hace un trabajo sutil pero muy bueno como el padre de las dos hermanas.

Una extraordinariamente bien ejecutada historia de suspenso, misterio y horror, "Janghwa, Hongryeon" es sin duda una de las mejores cintas provenientes de aquella nueva ola de cine sudcoreano. A pesar de ser esencialmente una tradicional historia de fantasmas, "Janghwa, Hongryeon" ofrece una mayor complejidad en su construcción, alejándose de sus orígenes folklóricos para acercarse al drama psicológico. Probablemente esto la haga un poco difícil de digerir en principio, pues Kim Jee-woon construye su película como un complicado rompecabezas a resolver, rompecabezas al cual parecieran faltarle piezas. Sin embargo, esto no es necesariamente malo, pues en este sentido los filmes "retadores" ofrecen usualmente experiencias más satisfactorias como espectador. Pronto se vuelve claro que al acertijo no le falta realmente nada, sino que al contrario, tiene todo lo justo para resolver su misterio dentro de cada escena, y cada cuadro (Kim Jee-Woon llena su cinta de símbolos y alegorías). El resultado es un interesante estudio de personajes aderezado por una inquietante atmósfera gótica.

A pesar de las apariencias, "Janghwa, Hongryeon" está lejos de ser uno más de los típicos clones de horror japonés que se volvieron tan comunes en los países asiáticos tras el estreno de "Ringu" a finales de los 90s. De hecho, se podría decir que más bien la cinta es un ejemplo de como el cine de Corea del Sur se ha adueñado finalmente del llamado J-Horror para hacer una versión local única y diferente, con su propio lenguaje y estilo. Tras décadas de censura, problemas financieros y baja producción el cine de Corea del Sur entró en una nueva "Era Dorada" al llegar el siglo XXI, y la cinta "Janghwa, Hongryeon" de Kim Jee-woon es prueba de que el género de horror jugó un papel importante en eso. Un verdadero clásico moderno.

9/10
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