A través de sus más de 100 años de historia, el cine como expresión artística ha creado sus propias leyendas, sus propios mitos. Dadas sus característica como medio audiovisual, lo que el cine nos deja son imágenes íconicas que se vuelven parte de nuestra cultura. Así, actores como Charlie Chaplin, John Wayne y Louise Brooks, han dejado para siempre una huella imborrable dentro del imaginario colectivo. Pero ninguno de estos íconos iguala a Marilyn Monroe. El sex symbol por excelencia, Monroe representa una época de glamour y de cambio en el cine norteamericano. Es a la vez ícono de la era del oro y heraldo de los cambios que vendrían. Y esto no sólo por sus películas, sino por su historia personal. Norma Jean Mortensen se volvió Marilyn Monroe y cambió para siempre el concepto de "estrella de cine". Y sin embargo, dentro de esa figura de exhuberante sexualidad y fuerte presencia se encontraba una mujer insegura e incluso frágil que buscaba la aceptación del mundo. Su complicada (y pública) vida) y temprana muerte la volvieron un ícono inmortal que continúa ligado a la industria fílmica norteamericana. Este mito es nuevamente explorado por el cineasta británico Simon Curtis en "My Week with Marilyn", que presenta la historia del viaje de Marilyn al Reino Unido para actuar en "The Prince and the Showgirl" junto a Sir Laurence Olivier. En Habitación 101 se ha publicado mi reseña de la película, y aquí los invito a leerla en sus páginas, donde además hay información relativa a la cultura y las artes.
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