Desde los años 70s, la animación japonesa experimentó un tremendo crecimiento en popularidad gracias al éxito mundial de artistas como Osamu Tezuka, Go Nagai y Yohiyuki Tomino. Anime, la palabra japonesa para "animación", se volvió el termino por default para diferencia al estilo japonés de animación, y se hizo sinónimo de su muy particular estilo visual y temático. Los manga, es decir, los populares cómics japoneses, han sido la fuente de incontables filmes y series animadas de TV, gracias al hecho de que una adaptación de un manga popular garantiza de antemano un audiencia cautiva. Sin embargo, a finales del siglo 20, el productor Mitsuhisa Ishikawa decidió que en vez de seguir esa ruta, desarrollaría un concepto original. Para hacerlo, reclutó al famoso productor Mamoru Oshii (famoso por "Kôkaku kidôtai") para desarrollar un concepto de Kenji Kamiyama. Con el director Hiroyuki Kitakubo abordo, el proyecto se convirtió en "Blood: The Last Vampire", un cortometraje de horror con la intención de darle un nuevo giro al tema de los vampiros. Y más o menos eso fue lo que hizo.
"Blood: The Last Vampire" (conocida en español como "El Último Vampiro"), está ubicada en 1966, algunos meses después de la Guerra de Vietnam, en la base aérea norteamericana Yokota, que se creó durante la ocupación estadounidense en Japón. Una misteriosa joven, Saya (Youki Kudoh), entra a la base de Yokota fingiendo ser una alumna de preparatoria, pero en realidad ella es el arma secreta de una organización secreta denominada Red Shield. Armada con una katana, la misión de Saya es simple: destruir a monstruos vampiro llamados Quirópterans. Las habilidades de Saya como cazadora de vampiros son producto de que ella es la última de los vampiros originales, y su relación con Red Shield es más una asociación de conveniencia que un verdadera colaboración. El agente David (Joe Romersa) es el contacto de Saya con Red Shield, y el único humano que ella respeta. En la escuela, Saya descubre que dos de sus compañeros son Quirópterans, y planean tomar la base de Yokota. Naturalmente, una batalla masiva entre los monstruos y la caza vampiros comenzará, con Red Shield y la Fuerza Aérea Norteamericana en medio de todo.
Con un guión de Kenji Kamiyama y personajes diseñados por el ilustrador Katsuya Terada, "Blood: The Last Vampire" trae una nueva visión del mito del vampiro, ya que los Quirópterans son monstruos de origen desconocido capaces de transformarse en grandes bestias demoniacas con forma de murciélago. El verdadero vampiro del filme es Saya, la espadachín caza vampiros cuyo origen permanece en el misterio. De hecho, esto es realmente uno de los problemas del filme: básicamente todo esta envuelto en un misterio y realmente casi nada es explicado en los breves 48 minutos que dura la película. El concepto de Kamiyama es ciertamente interesante, dado que hay rasgos de una conspiración global detrás del hecho de que la última vampiresa del mundo es contratada (¿Ó usada?) por el gobierno para destruir Quirópterans. Desafortunadamente, eso es todo lo que se llega a saber del tema. Lo único realmente claro después de las múltiples batallas que vive, es que Saya es increíblemente buena en su trabajo. "Blood: The Last Vampire" es una cinta llena de acción, pero el misterio es tan hermético que llega a ser insatisfactorio.
Donde "Blood: The Last Vampire" realmente tiene éxito es en el estilizado diseño visual que posee. El director Hiroyuko Kitakubo crea un impactante trabajo con un look bastante atractivo. Combinando la animación tradicional con el arte digital, el arte de "Blood: The Last Vampire" es impresionante, especialmente durante las escenas de acción, en las que se muestra violencia gráfica oscura y cruda, pero que aun retiene una cierta belleza en su concepción. La composición visual y puesta en cámara de estas escenas es realmente buena, y logra crear una gran atmósfera. La música, de Yoshihiro Ike, apoya esta atmósfera brindando un tono lúgubre y sombrío, justo lo que Kitakubo le imprime a la cinta. Sin embargo, el brillante trabajo de animación y la estética visual de Kitakubo no son suficientes para compensar la falta de desarrollo que tiene la historia. Ciertamente, muchas de las mejores historias son aquellas en que las cosas se mantienen simples, pero "Blood: The Last Vampire" lleva la simpleza al extremo y resulta en una obra soberbiamente animada pero que carece de la sustancia que le hubiera dado una historia mejor construida.
El problema es que básicamente Kamiyama y Kitakubo introducen muchos conceptos que, aunque interesantes, no llegan nunca a estar bien desarrollados. Desde los misteriosos Quirópterans a los verdaderos orígenes de Saya, sin mencionar los motivos reales de Red Shield y la naturaleza de su relación con Saya, todo permanece envuelto en misterios; y aunque esto funciona bastante bien para generar intriga durante la película, la falta de una conclusión deja todo como una obra inacabada e insatisfactoria. Sin respuestas, sin soluciones, solo escenas de acción con una animación impresionante y estilizada. Aún las posibilidades por algún comentario social (dado que el filme está ubicado en la época de la ocupación de Japón por parte de E.U.) se olvida, al igual que varias tramas adicionales que meramente se sugieren en la cinta. "Blood: The Last Vampire" termina con la sensación de haber visto sólo la primera mitad de una cinta del doble de su duración, ó en el mejor de los casos, un programa piloto de una serie de T.V. (De hecho, una serie de título "Blood+" se estrenaría en el 2005, inspirada en esta película).
Es interesante que "Blood: The Last Vampire" no fue doblada al inglés como podría imaginarse, sino que realmente fue producida casi totalmente en ese idioma (dado que más de la mitad de los personajes son norteamericanos). El trabajo actoral es bastante bueno, sobresaliendo Yûki Kudô (conocida en occidente por su participación en las cintas de Jim Jarmusch "Mystery Train" y "The Limits of Control") como Saya. Kudô logra hacer un trabajo sumamente expresivo, pues aunque Saya es una mujer de pocas palabras, la voz de Yûki Kudô logra brindar más detalles sobre su personalidad que los que da el guión. Joe Romersa, famoso por su trabajo haciendo doblaje al inglés de muchas series de animación japonesa, tiene la oportunidad de crear un personaje desde cero al interpretar al agente David. El trabajo de Romersa en este sentido es eficiente y apropiado, aunque no es realmente algo que llegue a ser sorprendente. El resto del elenco lo completan actores que como Romersa han trabajado en el doblaje al inglés de otros clásicos de la animación japonesa.
Desafortunadamente "Blood: The Last Vampire" no logra a ser el clásico de animación que podría haber sido. La animación es impecable (primer cinta japonesa de animación completamente digital) y el diseño visual es enormemente atractivo e interesante. Pero al mismo tiempo, en términos de historia la película carece mucho, y es finalmente un trabajo poco satisfactorio. El hecho de que sea un cortometraje no tiene nada que ver con esto, pues realmente se podía haber condensado y desarrollado el concepto si se hubiera dejado un poco de lado la cantidad de peleas que hay a lo largo de la película. Como se mencionó anteriormente, la sensación que queda es la de haber visto un concepto incompleto. Claro, un muy original e interesante concepto, pero incompleto a final de cuentas. Ciertamente, "Blood: The Last Vampire" tiene más elementos positivos que negativos, pero es también prueba de que una animación impresionante no es lo único necesario para sostener una película animada.
7/10
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