Aunque fueron varias las cintas de importancia realizadas en México durante la etapa silente, se podría afirmar que la industria del cine mexicano no nació del todo hasta que el sonido llego al país, pues fue en ese momento en que el cine mexicano encontró su propia voz. El año de 1932 vio el estreno de la primera “talkie” mexicana: “Santa” de Antonio Moreno, y su rotundo éxito cimentó el camino para el desarrollo de una verdadera industria. Sin embargo, a pesar de que México contaba con una rica cultura en leyendas de aparecidos, el horror y la fantasía no eran géneros favorecidos por el público y la crítica mexicanos (al grado de que filmes como "Das Cabinet Des Dr. Caligari" tenían una fría recepción en tierras mexicanas). Sin embargo, la llegada del sonido trajo películas como el “Drácula” de George Melford y Enrique Tovar Ávalos, una versión latina del clásico de Tod Browning que produjera Universal para el mercado hispano y cuyo éxito propiciaría el desarrollo del cine fantástico en México. La primera cinta de horror mexicana tomaría inspiración en la historia de fantasmas más conocida en México: La Llorona.
Titulada simplemente “La Llorona”, la película comienza en la época actual (el México de los 30s), en la fiesta de cumpleaños del pequeño hijo del Dr. Ricardo de Acuna (Ramón Pereda) y su esposa Ana (Virginia Zurí). Todo es diversión para los pequeños, pero Ana y su padre, Don Fernando de Moncada (Paco Martínez), se encuentran preocupados por la antigua maldición que pesa sobre su familia: el primogénito de un Moncada morirá horriblemente en la infancia, víctima de la Llorona. Como hombre de ciencia, el Dr. Ricardo no cree en semejante historia, por lo que Don Fernando decide contarle los oscuros orígenes de la maldición de la Llorona, comenzando con la versión más conocida de la leyenda: en tiempos de la colonia, la bella Ana Xicotencatl (Adriana Lamar), noble princesa de origen Azteca, se enamora del mujeriego caballero español Rodrigo de Cortéz (Alberto Martí). La pareja se casa y tiene hijos, pero la traición de Rodrigo de Cortéz desencadena la tragedia para Ana Xicotencatl y sus hijos. Sin embargo, la maldición que pesa sobre los Moncada podría extenderse hasta tiempos de la conquista española.
Dirigida por el director cubano Ramón Peón, “La Llorona” fue adaptada a la pantalla por otras dos grandes figuras de aquellos orígenes del cine mexicano: Carlos Noriega Hope (de “Santa”) y Fernando de Fuentes (quien se volvería uno de los mejores cineastas mexicanos). La cinta toma su origen en una historia de A. Guzmán Aguilera, la cual en esencia condensa las dos versiones más famosas de la leyenda de la Llorona (la princesa Azteca traicionada, y la de la Malinche), enmarcadas en una historia moderna de misterio y horror, haciendo de la cinta una suerte de antología de tres historias con el tema en común de la leyenda de la Llorona. Siendo la más famosas de ambas versiones, la primera historia es la que se desarrolla más, aunque la versión de la Malinche hace mayor énfasis en el mensaje que maneja la cinta: el machismo y el racismo son fuentes de dolor. La historia que enmarca las leyendas sigue en general el estilo de cine de misterio popular en los años 30s, y aunque mucho menos profunda que las historias principales, es bastante entretenida.
El director Ramón Peón comenzaría su carrera en México con esta película, tras haber realziado varios clásicos del cine silente en Cuba (como “La Virgen de la Caridad”). Como muchos directores del periodo mudo, Peón es un director en extremo visual, más interesado en la creación de una atmósfera para su historia que en la actuación de su elenco (que resulta ser bastante teatral, aún para la época). Como la cinta tiene una estructura episódica, cada uno de estos “episodios” se realiza con una atmósfera marcadamente diferente, resultando en un barroquismo propio del melodrama de época para la historia de la colonia, un tono oscuro y marcadamente americano para la época actual, y finalmente un minimalismo surrealista para la simbólica historia de la Malinche (la más interesante de las tres, a pesar de ser también la de más corta duración). Peón raramente usa efectos especiales a lo largo de la cinta, pero cuando llegan a aparecer, lucen bastante adecuados para la atmósfera de cuento folklórico que tiene la cinta a pesar de ser un tanto primitivos.
El elenco es en general efectivo en su trabajo, aunque como se mencionó anteriormente, el estilo de actuación que predomina es un tanto teatral, exagerado, denotando la falta de experiencia frente a cámara de este grupo de actores. Sin embargo, hay que reconocer que Ramón Pereda sobresale en un rol doble, primero como el incrédulo Dr. Ricardo y después como el Capitán Diego, en el segmento colonial. Como la princesa Ana, Adriana Lamar tiene sin duda muchas oportunidades para brillar en la película, pero desafortunadamente su trabajo es tan pobre y acartonado que la hace lucir casi incómoda de aparecer en una película (era su primer trabajo en cine). Sin duda, un personaje como el de Ana Xicotencatl se hubiera beneficiado de una interpretación con más vida y energía, pues el trabajo de Lamar es en suma desangelado. Es bastante interesante ver al actor chileno Alfredo del Diestro haciendo una aparición breve en la cinta, así como a un joven Antonio R. Frausto, pues juntos trabajarían en el clásico “El Compadre Mendoza” al año siguiente.
Aunque sin duda es una valiosa primer aportación por parte de México al género de horror, “La Llorona” está muy lejos de ser perfecta, pues la falta de experiencia en la realización de cine sonoro se refleja en la cinta. El problema principal es el estilo tan teatral que se maneja en la cinta, con una cámara estática y una puesta en escena simple que, en conjunto con unas actuaciones en exceso melodramáticas y teatrales, terminan en una película que luce muy anticuada, aún para los estándares de 1933. La razón de esto podría estar en la tecnología de cine sonoro con que se contaba en la realización, pues la ubicación de los micrófonos empleados podría haber sido responsable de lo estático de la puesta en cámara. Sin embargo, cabe destacar que con todo y sus problemas, la cinta ya cuenta con la semilla de los temas que predominarán a lo largo de la historia del cine de horror mexicano: el drama pasional de corte trágico y la fascinación casi nostálgica con el pasado, temas que siempre tienen lugar en el horror hecho en México, de una forma o de otra.
Por sí misma, “La Llorona” tal vez no sea la gran película mexicana de los años 30s, pero como el origen de la tradición mexicana de cine de horror (y una de las primeras cintas sonoras en México), es sin duda una de las películas más importantes. “La Llorona” fue un éxito de taquilla, lo que propició una breve pero sorprendente era en que la producción de horror mexicano cobró relevancia. A pesar de sus múltiples defectos, “La Llorona es una cinta que ha dejado un legado que, como el fantasma de la leyenda en que se inspira, jamás morirá. Por cierto, la leyenda de la princesa azteca enamorada del español daría pie a la obra de teatro escrita por Carmen Toscano a finales de los años 50s, y que se volvería la base del remake producido en 1959 bajo la dirección de René Cardona (que bien podría ser de sus mejores películas).
7/10
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